Un pasillo en un sótano estrecho. A juzgar por su primera localización, los jefazos de BBC Radio 1 no debían tener demasiadas esperanzas en su apuesta por incorporar música en directo al programa de la franja matutina. Era 1999 y Live Lounge veía la luz como humilde sección, haciendo las veces de altavoz de los últimos hits de los invitados al tiempo que les retaba a interpretar una versión de alguna otra banda. La fórmula funcionó. Tres presentadores y centenares de artistas después, continúa en el aire en un estudio y con una producción que, ahora sí, podría competir con el mejor plató de televisión. Aquella sección dejó de ser un mero programa de radio para convertirse en un fenómeno de resonancia internacional gracias a su mejor aliado: YouTube. Las actuaciones del Live Lounge suman decenas de millones de reproducciones en la plataforma: solo la versión de Miley Cyrus de Summertime Sadness (Lana del Rey), más de 35. Si dicen que el secreto de las grandes empresas tecnológicas es que todas empezaron en un garaje, para hacer historia en el mundo de la música no hay nada mejor que un sótano. Estrecho, a poder ser.

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“En el año 2000 intentábamos atraer a bandas que nos compraran el concepto de hacer una versión de otro grupo”, afirma Joe Harland, jefe de Radio 1 y miembro del equipo desde sus comienzos, en el documental Live Lounge Uncovered. “Un día vino Elbow al programa. Interpretaron su single y después tocaron Independent Woman de Destiny's Child. Lo extraordinario es que al día siguiente alguien me mandó un mail con un vídeo en el que aparecían varios gatos simulando que tocaban la canción. Cinco años antes de Youtube. Ese fue nuestro primer éxito viral y demostró que, gracias a la web, Live Lounge podría llegar a gente que jamás lo habría escuchado”. La influencia del programa en la industria musical se observa en los tracklists de artistas como Amy Winehouse, Lily Allen, Hozier o Kylie Minogue, que han incluido las respectivas actuaciones del Live Lounge en sus discos de estudio. Los británicos, tan dados ellos a coser en la bandera cualquier elemento de su cultura audiovisual, lo han convertido en algo más que un programa de radio. Allí lloró Adele cuando el mundo escuchó por primera vez su “Hello, it's me”; allí se sentó la mismísima reina Isabel II para asistir como invitada a la actuación de The Script.

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Isabel II en una de las grabaciones del Live Lounge © Getty Images.

El espacio ha lanzado al mercado desde 2006 una recopilación anual de todas las versiones interpretadas en el programa. También lo han sacado del estudio en diferentes giras por bares o en las propias casas de los artistas. En una de estas ocasiones, Jay-Z se atrevió a rapear desde el mismísimo salón de Jo Wiley -que presentaba el programa por aquel entonces-, con la abuela, los padres y los hijos de esta como testigos. “No hay reglas o premisas en el Live Lounge. Puedes interpretar algo en completa soledad o con una orquesta detrás, depende de ti. Es interesante tanto para el grupo como para el oyente comprobar el resultado de la canción, cómo de diferente es de la original”, explica Fearne Cotton, otra de las anfitrionas del programa durante seis años. Además de la mencionada actuación de Miley Cyrus, Thirty Seconds to Mars (Stay de Rihanna), Ed Sheeran (Stay With Me de Sam Smith) y Bastille (We Can't Stop, de la propia Cyrus) conforman el pódium de interpretaciones más vistas en YouTube, superando ampliamente las 20 millones de visionados cada una.

Con Jools Holland como único hombre sobre la tierra de la extinta televisión musical, el éxito incontestable del Live Lounge en las plataformas digitales aviva el optimismo por el regreso de la repercusión que la música en directo tuviera hace décadas en la pequeña pantalla. También merece elogio su apuesta por las versiones, una modalidad que luce cierta pátina de género menor en la actualidad. Porque vivimos tiempos en los que el término es mancillado diariamente por una legión de aspirantes a youtuber que tildan de cover (mejor en inglés, que suena más pro) cualquier sonido emitido por sus cuerdas vocales. Porque se ha restringido el significado y la aspiración comercial de tales cortes a las clásicas recopilaciones navideñas –AKA cementerio de elefantes– de estrellas tipo Tony Bennett. Porque mucha gente todavía ignora los American Recordings de Johnny Cash.

Los logros individuales del programa pueden enumerarse por decenas, centenas o ausencias, siempre dependiendo del gusto de aquel que lo consume. Pero si algún melómano por ahí está dispuesto a dejarse llevar por la demostración de brit R&B de los Arctic Monkeys en Hold On, We're Going Home de Drake, disfrutar del mashup perpetrado por Sigala con I Feel It Coming como base o preguntarse por qué el Call Me Maybe de Ben Howard le ha puesto los pelos de punta, aquí tiene la oportunidad. Los vídeos de gatitos que pueda hacer después con lo que escuche, ya son cosa suya.

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