Musas más allá de la creación: un repaso ilustrado

Prolífico como pocos, Serge Gainsbourg ha tocado infinitos palos: compositor, cantante, director, guionista, pintor, actor, etc. Con una marcada inclinación por el arte, la música pilló a Serge por sorpresa. Gainsbourg se ganaba la vida como pianista de ambiente en los cafés parisinos de la rive gauche. Sus primeros trabajos fueron como compositor, y voces tan conocidas como las de Françoise Hardy o France Gall interpretaron sus temas. Con Brigitte Bardot se lanzó a la grabación de varias canciones, amén del tórrido romance que vivieron. Pero una de ellas, la más provocativa, quedó en el cajón. Gemidos orgásmicos en mitad del estribillo. Y una joven Jane Birkin en el punto de mira. Fue Birkin quien la interpretó por segunda vez y se lanzó de lleno sin miedo al escándalo. Entre Birkin y Gainsbourg saltó la chispa y se coronaron como la pareja del momento. Bajo el mismo título que les dio gloria y fama, Je t'aime, moi no plus, Serge escribió, dirigió y musicalizó una película con Birkin y Joe Dallessandro en cartel (en la imagen).

Eduardo VIII y Wallis Simpson plantaron, con su amor, una pica en Flandes. Una relación sentimental por encima de la corona más prestigiosa, opulenta y estricta entre las monarquías europeas. El rey de Inglaterra ostentaba infinidad de cargos en la corona británica, y casarse con una mujer norteamericana dos veces divorciada resultaba del todo intolerable entre las jerarquías religiosas y los parlamentos democráticos. Consciente de no poder ocupar el cargo como él hubiera deseado (al lado de Wallis Simpson) decidió levantar la apuesta por el amor, y abdicar la corona de Reino Unido en favor de su hermano Jorge VI. Los duques de Windsor dejaba atónitos a todo el mundo con la decisión de su enlace, y sellaban así un amor de leyenda.

Todo el sabor del Hollywood clásico. El matrimonio formado por Frank Sinatra y Ava Gardner cristalizaba con su unión el esplendor de los años dorados del cine. Él, gran cantante y crooner que levantaba pasiones. Ella, el animal más bello. Escándalos, peleas y reconciliaciones; sus tormentosos seis años de matrimonio dieron mucho de sí. Al igual que le pasara al productor Howard Hughes, Sinatra enloqueció de amor por Ava. Pero éste sí fue correspondido. Una relación llevada al límite de lo permisible, con capítulos de celos, broncas (bien) públicas e idas y venidas a suelo patrio. Entre medias, un torero: Luis Miguel Dominguín, que no hizo más que echar litros de gasolina a la ardiente hoguera de la relación entre Sinatra y Gardner. La actriz y el cantante, leyendas en vida, convirtieron su historia de amor en un auténtico taquillazo.

Esta no es, ni de lejos, una relación entre diseñador y actriz como las que se dan hoy en día. Hubert de Givenchy y Audrey Hepburn vivieron una particular unión más allá de lo profesional; su trato era fraternal. Casi como dos hermanos que se profesaran una devoción absoluta.

La historia arranca en París, a donde se dirigió una joven Hepburn –después de protagonizar Vacaciones en Roma, y Gigi. Audrey, con el permiso de Billy Wilder (el director de Sabrina), se plantó en los talleres de Hubert para pedirle por favor que confeccionara el vestuario para la película. Reticente en un principio, Hubert terminó por acceder y frente a millones de espectadores Audrey Hepburn deslumbró en la película Sabrina con un vestuario que era la quintaesencia de la elegancia y el refinamiento parisino. Distinción innata y costura impecable se juntaban en un abrazo inseparable. También Audrey y Hubert. A Sabrina le siguió Desayuno con Diamantes, y en pago por tanta belleza Hepburn prestó su rostro al primer perfume de la casa Givenchy L' Interdit. Visto todo con la perspectiva que da el tiempo, ya es imposible dilucidar quién favoreció más a quién.

Tom y Carine son algo más que amigos, mucho más que un tándem profesional; y desde luego, infinitamente más que un diseñador y una estilista. Porque juntos, sus nombres elevan el valor. Tom Ford y Carine Roitfeld sellaron su relación a mediados de la década de los 90. Ford trataba (con acierto) de devolver el pasado glorioso a una casa tan acaba como Gucci. Y necesitaba de una mano experta para darle forma a sus creaciones. Por aquel momento, Carine Roitfeld colaboraba estrechamente con Mario Testino; y lo que ambos firmaban encajaba a la perfección con la idea de Tom para la firma italiana. Verse fue quererse. Tras su primer encuentro, Carine ha afirmado en infinitas ocasiones que Tom es el hombre ideal con quien salir a cenar. Él tampoco ha sido parco en palabras: Carine es el tipo de mujer que me gusta. ¿Dónde termina uno y empieza la otra? Difícil reparto en este potente mix de provocación, glamour e irreverencia.

"Tu pelo es tan.... rubio"– le dice Pierre Niney a Marie de Villepin en el biopic de Yves Saint Laurent. Él en el papel del costurero francés y ella encarnando a su eterna amiga y compañera de farra, Betty Catroux. Alta, casi infinita, de larga melena rubia y cuerpo esbelto. Saint Laurent quedó fascinado ante aquel portento, una mujer atrevida, alocada y fiestera a partes iguales. Si su aguja alcanzó proezas insuperables para la Alta Costura y entregó diseños de una exquisitez irrepetible, en el pret-a-porter todo parecía llevar impresa la cara de Betty Catroux. Rapidez, desparpajo y un contacto con la juventud de su tiempo que les llevó por los caminos de la noche y el exceso.

La de Alfred Hitchcock por Grace Kelly. La actriz de Filadelfia, posterior princesa de Mónaco, tocó techo en el mundo del celuloide de la mano de Hitchcock. Hasta tres veces contó con ella entre su repertorio. El director inglés la dirigió en Atrapa a un ladrón, La Ventana Indiscreta y Crimen Perfecto. El porte de Kelly, aristocrático y altivo, encajó a la perfección con el modelo de mujer requerido por Alfred para protagonizar sus films. El idílio terminó con la boda entre Grace y Rainiero, pero el arquetipo de mujer bella y refinada alcanzó cotas jamás vistas en toda la filmografía de Hitchcock.

Excéntrico, polémico y genial. Salvador Dalí es uno de los máximos exponentes de la pintura en nuestro país. Un genio del surrealismo que con su visión del mundo contribuyó a enriquecer la historia del arte. En su adorado Cadaqués vivió junto a su (dos veces) mujer Gala Éluard, no siempre vista con buenos ojos por sus compañeros ni por la crítica. Gala era una joven de origen ruso que vivió como musa de artistas en el París de principios de siglo. Se casó con Paul Éluard y viajó a Cadaqués, donde conoció a Salvador Dalí. Ya no se pudieron desligar. Gala actuó como vínculo entre el artista y sus compromisos, y fue tachada de avara a la hora de firmar contratos por el artista. Perdidamente enamorado de ella, Salvador dispuso dos criptas juntas para poder descansar por los restos junto a su amada en el castillo de Púbol.