Desde hace 26 navidades el mundo lleva acogiendo Solo en casa como una película familiar, inofensiva y para todos los públicos, pero la realidad es bien distinta. Solo en casa es uno de los retratos más salvajes, críticos y negativos sobre la cara B de la familia como institución social. Si algo debe agradecer el planeta a los McCallister es intentar destapar, de forma inconsciente, la doble moral familiar que sobrevuela a esa época “festiva” que da por finalizado el año.

No es casualidad entonces que esta esté escrita y producida por John Hughes, padre de todos los estereotipos del cine adolescente de los ochenta, donde los buenos no son tan buenos y los malos se terminan ablandando. Aquí, el ideal del modo de vida americano va a punta de pistola y con la munición cargada. ¿Y qué mejor época del año para poner en la diana que la Navidad? ¿Qué se esconde detrás del abandono de Macaulay Culkin? ¿Son los McCallister buenas personas?

El primer contacto real que el espectador tiene con la Navidad es la excesiva y barroca iluminación de una imponente casa familiar de estilo georgiano a las afueras de Chicago. La casa de unos McCallister tan narcisistas y egocéntricos que el primer villancico que suena en toda la película es el de la banda sonora de John Williams. La cual se puede considerar un villancico como tal de tantas veces que se ha emitido en televisión.

Es en su propia casa donde Kevin no solo tiene que aguantar la invasión de sus seis estúpidos, engreídos y aburridos primos –sin contar a sus cuatro hermanos–, sino que la humillación delante de todos por parte de su propia madre termina en un abandono que, por mucho drama inicial, no altera el transcurso de las cosas. La primera opción de los McCallister es no romper la magia de la Navidad y seguir con sus vacaciones parisinas. A fin de cuentas ese abandono fue lo mejor que le pudo pasar a Kevin en la Navidad de 1990. Que ninguno de tus 16 familiares se acuerde de ti en un viaje transoceánico puede tener un pase si lo último que has deseado es su desaparición, pero que infravaloren tu capacidad para atender una llamada telefónica con las explicaciones oportunas no. Probablemente todo esto explique por qué esta entrañable familia del estado de Michigan no tenía amigos a los que pedir el favor de atender a su recién abandonado hijo de 8 años.

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¿Kevin McCallister se deshizo de su familia o los McCallister se deshicieron de Kevin?

No importa que los servicios sociales parezcan no funcionar del todo en épocas festivas, Catherine O'Hara seguía siendo una mala madre. Algo de lo que ya se enteró Winona Ryder cuando, en Bitelchús, le preocupaba más la decoración art decó de su casa de pueblo que la salud mental de su hija. Tan solo dos años después la excusa que pondría para abandonar a su hijo pequeño, durante las vacaciones de Navidad, es hacer mal las cuentas. Que se lo pregunten a Angelina. “Que cuenten los niños de nuevo”, fue la respuesta de la policía.

Ante tal panorama lo único que desea Kevin es la desaparición de todo el conglomerado familiar. Por eso, cuando esta familia mormona –solo así se explica que sean tantos– le abandona es el momento de ver la luz de la felicidad y el descanso. Por todos era sabido que en ese set de grabación Michael Jackson acechaba todas las noches en busca de su íntimo amigo de 8 años para dar un curioso paseo a la luz de la luna. Macaulay, que siempre fue una de las piezas más importantes del entramado de Neverland, sólo podía trabajar hasta las 10 de la noche por ser menor de edad. Una mediática amistad que daría dos importantes frutos: el videoclip de Black or White y otro salido de un vientre de alquiler según The Sun.

Y aunque parezca que Solo en casa está llena de situaciones inverosímiles y poco habituales, termina cumpliendo una de las prácticas más tradicionales de los últimos meses del año. Acordarse de familiares y conocidos fallecidos en Navidad es ley de vida si tu género favorito es el drama y la melancolía. Por eso la leyenda urbana que lleva sobrevolando la falsa muerte de Elvis Presley desde 1977 no solo incluye la frívola versión española, que cubre un exilio a la localidad costera onubense de Matalascañas de la mano de Marilyn Monroe, sino que en 1990 Solo en casa ponía otra teoría sobre la mesa y hacía saltar las alarmas: Elvis Presley aparece en la escena donde una mala madre se redime de sus pecados en un aeropuerto. El ciclo de la vida.