Una fría mañana del otoño de 1992 las puertas de los estudios de Fox se abrían ante la estupefacta mirada de los allí presentes. Jeff Martin, jefe de guionistas de Los Simpson durante sus cuatro primeras temporadas, movía los ojos de forma incrédula, pues era su ayudante y mano derecha la responsable de tal alboroto. Lona Williams, de 26 años, se presentaba con la pistola cargada de suficiente munición como para disparar a medio país. “¿Queréis una historia decente? Tomad mi vida”.

Con un rubio natural poco habitual en el gremio, y una confianza en sí misma apabullante, Lona guardaba en su mochila un pasado como reina de la belleza en su remoto pueblo de Minnesota. “La única razón por la que concursé era por ganar una beca y salir de mi pueblo”, contaría en la edición estadounidense de BuzzFeed. Pocas semanas después 11 millones de estadounidenses veían Lisa, la reina de la belleza en directo. En 20 minutos de capítulo Lisa Simpson pasa de sentirse fea, sola y desgraciada a ganar el concurso de belleza adolescente Little Miss Springfield, después de que el resto de concursantes vayan falleciendo en extrañas circunstancias hasta que a la primera ganadora la parta un rayo –de forma literal– por la atracción electromagnética que sus recientes implantes en las cejas habían provocado. Los sueños, esperanzas y ambiciones de un país estaban siendo disparados en el centro de su corazón.

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’Lisa, la reina de la belleza’ (1992) y ’Muérete, bonita’ (1999)

Pero nada de esto correspondería a la autoría de Lona Williams en un equipo donde el 95 por ciento eran –y son– hombres. Así que, después de un largo proceso legal, Lona huiría de esa oficina con su vida escrita debajo del brazo, no siendo hasta 1999 cuando se decidiría por llevarla al cine. Por supuesto, a Lona la suerte le volvía a dar la espalda.

En 1999 Muérete, bonita, disfrazada de comedia adolescente, pondría una gran bomba sobre los cimientos de la cultura estadounidense. ¿El problema? No era la única que quería quemar banderas ese año. American Beauty, Caramelo asesino, But I’m a Cheerleader, Election, Crueles intenciones. Todas cortadas por el mismo patrón de crítica social, todas con las mismas ganas de atentar contra un país.

“ORGULLOSA DE SER AMERICANA”
Basada en su propia vida, Muérete, bonita es una sátira tan inteligente como negra sobre la extrema competición que rodea a los concursos de belleza infantiles. Lona Williams tenía como principal objetivo el vacío de la cultura norteamericana basada en el materialismo y la peligrosa perfección que concluye en los 15 minutos de fama televisivos que ya predijo Andy Warhol en 1968.

Un aparente panfleto propagandístico del caducado american way of life dedicado en cuerpo y alma a expulsar toda la basura escondida en el garaje de atrás. De analfabetos de provincia a familias desestructuradas en favor del matrimonio de por vida, pasando por el machismo, asesinato encubierto, rivalidad, inmigración latina y ambición por el triunfo o pederastia por iguales. Con esta explosión de lemas propagandísticos, que haría las delicias de Donald Trump, Muérete, bonita no se corta a la hora de poner sobre su mesa de dardos envenenados a una sociedad ridículamente expuesta al mundo.

Todo tiene cabida. Esta American Beauty de versión “mamarracha” eleva el humor negro a un nuevo nivel de histrionismo salvaje. Si el John Waters destroza-modo de vida americano dirigiera Miss Agente Especial saldría algo parecido a Muérete, bonita.

Además podemos saber desde el primer momento que Denise Richards tiene oscuras intenciones, bañadas en ambición, sólo porque es la que más gloss lleva en los labios y porque su madre es Kirstie Alley. Kirstie, que se pasaría los tres meses de rodaje negándose a todo y encerrada en su tráiler, sólo saldría para rodar sus escenas y/o gritar a su asistente que le acercase sus vestidos recién enviados y elegidos desde la sede principal de la Cienciología. Si sabemos esto es porque la propia Lona Williams lo cuenta cada vez que la dejan.

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’’Orgullosa de ser americana’’

“-¿Creen que la gente piensa que los concursos de belleza adolescentes son una buena idea?
-Sé lo que algunas mujeres liberales de la ciudad, que no usan sostenes y tienen las piernas peludas, dirían. Pueden decir que los concursos de belleza están pasados de moda y que denigran a las chicas, pero nosotras somos fieles de Dios. Todas y cada una de nosotras”.

En el momento de su estreno Muérete, bonita sólo lograría recaudar unos escasos 10 millones de dólares y una colección de pésimas críticas, hoy es tan difícil de conseguir que apenas aparece en los recónditos servicios en streaming de la red. Su recorrido hasta convertirse en película de culto se podría basar en las redes sociales y las webs con una buena base de artículos enfocados a un público liberal y sin remordimientos de conciencia. O lo que es lo mismo, todo aquel capaz de reírse de uno mismo y de toda la basura que le rodea.

Después de esta respuesta negativa a sus experiencias en la cumbre como ‘Miss Simpatía’, Lona Williams volvería a su, en principio, insaciable caza. Esta vez con una versión femenina de la matanza de Columbine de 1999 y la violencia entre los adolescentes. Pero Sugar and Spice (2001), o Ingenuas y peligrosas como se llamaría en España, terminaría siendo algo muy diferente y descafeinado a su visión original. Así que, sumergida en un volcán de rabia, huiría de Hollywood para siempre, no sin antes obligar a cambiar su nombre por el de una inexistente Mandy Nelson en los créditos.

Muérete, bonita era algo fresco y nuevo. Y aunque los falsos documentales ya existían nosotros lo hicimos como “A la mierda todo”. Eso sí fue guay y rompedor”. Terminaría volviendo al pueblo que una vez rechazó ante un mundo que avanzaba a trompicones en eso de celebrar a las mujeres revolucionarias. Pero lo que Lona debería haber tenido en cuenta es esta traducción del título en español, que bien podría valer como frase lapidaria para todo aquel que alguna vez tenga algo que objetar ante la revolución social: “Muérete, bonita”.