Dicen que las comparaciones son odiosas, pero que con 29 años citen nombres como Otis Redding, Bill Withers o Marvin Gaye para referirse a ti, ése es el mayor piropo que la crítica puede regalarle a un (prácticamente) recién llegado a la música. Hablamos de Michael Kiwanuka, la nueva estrella del neo soul venida de Londres que el pasado julio publicó su segundo trabajo, Love & Hate. El protagonista responde educado al otro lado del teléfono, en Cardiff (Gales), donde toca esa misma noche, aunque como cualquier artista haría, reclama su parte: "Desde luego que han sido una influencia. Aunque supongo que estaría bien que, dentro de un par de discos, la gente diga que simplemente sueno a mí mismo".

El británico debutó con el EP Tell Me A Tale en 2011, aunque fue al año siguiente con Home Again, su primer larga duración, cuando se hizo un hueco en primera división tras ganar el Sound of 2012 de la BBC y al estar nominado al Mercury Prize, que finalmente se llevó Alt-J por An Awesome Wave. También lo ha estado este año, aunque se lo ha arrebatado el Konnichiwa de Skepta. Pero Kiwanuka no se pone nervioso; él mismo reconoce que su carrera está siendo lo más parecido a un camino de rosas: "El viaje ha sido bastante tranquilo en términos de que alguien te descubra o de que una discográfica invierta en tu música. Esas son las luchas habituales, que la gente crea en lo que haces. Pero para mí fue todo bastante rápido".

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Hijo de inmigrantes ugandeses en Londres, concretamente en Muswell Hill, un pueblo de clase media al norte de la capital, Michael recuerda perfectamente cuándo sintió el flechazo por la música: "Estaba en el primer año de la escuela secundaria, y un día, en una de las habituales asambleas en las que alguien hablaba, aquella vez vino un grupo de rock a tocar. Me encantó aquel sonido. Cuando llegué a casa le pedí a mi madre una guitarra y meses más tarde, en mi 12 cumpleaños, me regalaron una eléctrica. Afortunadamente, donde crecí había mucha gente que tocaba y formábamos bandas".

De moverse entre jóvenes aficionados, el artista ha pasado a trabajar codo con codo con Danger Mouse, respetadísima figura que ha producido a estrellas de la talla de Gorillaz, Beck o Adele (de quien, por cierto, Kiwanuka ha ejercido como telonero en varias ocasiones). Y la colaboración resultó de lo más inspiradora: "Cuando empecé a grabar con él, yo me encontraba luchando por hacer este disco. Se me habían acabado las ideas y me sentía atascado. Con él se resolvieron todas mis dudas. Me animó a ser más abierto en las letras, a profundizar. Incluso me hizo tocar más la guitarra, que la había dejado un poco de lado. En definitiva, a ser más creativo. Me sentía relajado porque confiaba en sus decisiones". Y por si fuera poco, el soul man también ha llamado la atención de Baz Luhrmann, quien ha incluido varias de sus canciones en la banda sonora de The Get Down, la serie que ha dirigido para Netflix. También es famoso su encuentro con Kanye West. Cuando el rapero escuchó el single Tell Me A Tale le encantó y, además de utilizarlo en uno de sus desfiles de moda, en 2013 invitó a Michael a su estudio de Hawai cuando estaba grabando lo que sería Yeezus. West quería que el joven compusiera algunas melodías, según declaró Kiwanuka a NME el pasado julio. A pesar de no estar muy seguro de lo que tenía que hacer, la cosa salió bien y Kanye le volvió a llamar para otra sesión de trabajo en París. Pero en ésta no llegó hasta el final. Además de no saber utilizar el software que le proporcionaron, Kiwanuka reconocía que, como cristiano, no se iba a sentir cómodo cantando I Am A God, tal y como el rapero le pedía. Y así fue como Michael Kiwanuka rechazó a Kanye West.

El Brexit muestra que la gente de fuera de Londres, de todos los pueblos, no quieren formar parte del resto del mundo, que quieren ir por su cuenta. Y eso me hace sentir triste

En I’m A Black Man In A White World, uno de los cortes del disco, Michael Kiwanuka no habla de racismo, sino sobre su sensación de bicho raro al ser el único negro del vecindario que escuchaba Bob Dylan. Afortunadamente, según cuenta, el artista no ha pasado por ningún episodio donde haya sido víctima de ninguna discriminación. Pero habrá que esperar al siguiente álbum para saber si dedica o no una canción al Brexit, asunto que, como a cualquier joven británico, le preocupa: "Lo que muestra es una ruptura en nuestro país. Yo soy de Londres y la mayoría de la gente ahí queríamos quedarnos en la UE, pero lo cierto es que Londres no representa a Inglaterra ni a los británicos. Así que el Brexit muestra que la gente de fuera de la capital, de todos los pueblos, no quiere formar parte del resto del mundo, que quieren ir por su cuenta. Y eso me hace sentir triste". Por suerte, nunca habrá fronteras suficientes que impidan que su música viaje por todo el mundo.

*Michael Kiwanuka actúa el miércoles 16 de noviembre en la Sala Bikini de Barcelona y el jueves 17 en el Teatro Barceló de Madrid.

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