Recorrer las mejores casas de película es posible
Porque no sólo nos apasionaron sus historias, también el lugar donde rieron, lloraron y amaron los personajes de estas cintas inolvidables. Un casa define a quien la habita, y estos ocho espacios (+ 1) nos ayudaron a perfilar la personalidad de los protagonistas al tiempo que nos hicieron querer estar justo allí para vivir justo aquello.
Porque no sólo nos apasionaron sus historias, también el lugar donde rieron, lloraron y amaron los personajes de estas cintas inolvidables. Un casa define a quien la habita, y estos ocho espacios (+ 1) nos ayudaron a perfilar la personalidad de los protagonistas al tiempo que nos hicieron querer estar justo allí para vivir justo aquello.
El gran Gatsby (Baz Luhrmann, 2013)
Cuando Baz Luhrmann se pone manos a la obra con un largometraje a la cinta ya se le presupone un derroche de colores y formas que deleitan al ojo humano; pero con las escenas de El gran Gatsby consiguió sorprender hasta a sus más devotos seguidores.
Jay Gatsby, paradigma del wasp norteamericano por excelencia, un hombre hecho a si mismo que aún poseyéndolo todo ansía desesperadamente lo único que le falta (el amor de Daisy) vive entre oropeles en una mansión de Long Island. Hasta ahí no hay discrepancia con la obra cumbre de Francis Scott Fitzgerlad, pero ver la opulenta casa en que rodó Baz supera con creces a la mente más fértil que se haya abocado a la lectura del libro.
El gran Gatsby (Baz Luhrmann, 2013)
La grandeza literaria de la obra les compete a los estudiosos, pero lo que es innegable es que el director Baz Luhrmann –y su mujer, la diseñadora Catherine Martin– se esmeraron por ofrecer un espacio lo más ceñido posible a las líneas de Scott Fitzgerald.
La casa donde habitan Tom y Daisy Buchanan en la novela se ubica en el East Egg, el lugar exacto donde construyeron sus mansiones los adinerados con abolengo (lo que en el Long Island real es la Gold Coast, y allí encontraron una casa de ladrillo rojo y formidables jardines para el matrimonio) . Además, para enfatizar el contraste con la mansión de Jay Gatsby, la de Tom y Daisy Buchanan mezcla estilo Regency y Déco, y el mobiliario cuenta siglos, lo mismo que las obras de arte.
El gran Gatsby (Baz Luhrmann, 2013)
En la parte del West Egg (licencias del autor) es donde ha construido su castillo Jay, en la zona donde campa a sus anchas el dinero de nuevo cuño; el de los nuevos ricos. Para encontrar el espacio idóneo, la pareja de Baz buscó similitudes con el castillo Oheka y las torres Beacon, lo que le daba al lugar un aspecto similar al castillo de Disneyland; y la idea fascinó al director.
La casa que eligieron no es del todo verdad, pues no andan exentas de retoque digital las películas de Luhrmann (algo que engrandece cada plano de la mansión). A Catherine Martin se unió el decorador de la Warnes Bross Daniel Smith para dotar de mayor lustre la morada de Jay. Aunque una base real sí la hay, y la casa donde se rodaron los exteriores está en Eagle's Nest: una mansión de estilo español que William K. Vanderbilt comenzó a construir en 1910. La fachada en cambio sufrió una ligera transformación, pero se usaron planos del seminario de Saint Patrick en Sidney.
Melancholia (Lars Von Trier, 2011)
Tan real como la vida misma; no la panoplia apocalíptica (y sesuda y bizarra) de Lars Von Trier, pero sí el castillo donde las dos hermanas esperan que un meteorito colisione con la Tierra y acabe por destruirlo todo. El castillo frente al lago existe, y está en la región sueca de Halland. Además, tiene nombre: Tjolöholm.
Melancholia (Lars Von Trier, 2011)
Esta humilde morada fue contrsuida entre 1894 y 1904, en el período Arts & Crafts, por el arquitecto Lars Israel Wahlmann. Pese a tener una fachada inspirada en el siglo XVI, se consideró una construcción muy moderna para su tiempo, con calefacción central y sistema higiénico.
Amélie (Jean-Pierre Jeunet, 2001)
Una de las grandes películas generacionales que pasará a la historia como un referente audiovisual para treintañeros de hoy en día. Un cuento entrañable y contemporáneo con el colorido como aliado de la narración. La casa de Amélie Poulain está en el barrio parisino de Montmartre, como no podía ser de otro modo. Bueno, en el barrio están su casa, pero también la frutería-colmado (Au Marche de la Butte) o la cafetería donde trabaja (Café les Deux Moulins).
Abajo el amor (Peyton Reed, 2003)
Barbara Novak y Kutcher Block; si hasta los nombres –sonoros y ajustados a los personajes– daban una idea de cómo eran los protagonistas, cómo no lo iban a hacer sus apartamentos. La película es toda una fanfarria audiovisual para la decoración al estilo de los últimos 50 y primeros 60.
Abajo el amor, como una revisión de los clásicos de Doris Day y Rock Hudson, enfrentaba a dos personajes arquetípicos y antagónicos en una comedia romántica plana, sencilla, pero divertida y escandalosamente visual. Desde sus terrazas, como un guiño al ático de Cómo casarse con un millonario, Renee Zellweger y Ewan McGregor contemplaban el fantástico skyline de Nueva York y reflexionaban y debatían si el amor sí o el amor no. Claro que no es un Nueva York real, ni de entonces ni de ahora; es la versión de Hollywood en un Nueva York de comedia romántica; pero qué más da, los dos apartamentos se merecen alguna que otra licencia.
Solo en casa (Chris Columbus, 1990)
Los que fuimos niños en los 90 hubiéramos matado por corrernos una juerga infantil, blanca y para todos los públicos como la de Macaulay Culkin solos en casa; en esa casa.
Ahora esta construcción de clase media norteamericana (o media alta, porque los límites en la mitad son difusos e imprecisos) se vende, y está disponible en el 671 de la calle Lincoln de Winnetka (Illinois). Eso sí, sale por un buen pico. Tiene cinco habitaciones, tres baños y medio (!) y sale por algo más de dos millones de dólares.
La exposición de moda que no te puedes perder
Entrevista a Uriol Altell (Moritz Feed Dog)
Sydney Sweeney, portada de Harper's Bazaar
Lista Bazaar: planes y lanzamientos de la semana