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La casa Gucci en 10 claves

La firma italiana de moda y complementos ha vivido todo lo posible dentro del sector de la moda, desde capítulos apasionantes con remontadas míticas a pasajes oscuros con caídas en picado (bancarrota y asesinato incluido). Gucci es sinónimo de un legado fascinante, historia viva de la moda casi un siglo después de su fundación.

Por Vicente Benavent
Textile, Red, Bag, Style, Fashion, Carmine, Luggage and bags, Shoulder bag, Symbol, Fashion design, pinterest
Detalle de una imagen de street style con el modelo GG Marmont de Gucci en color mostaza. © Getty Images

La idea de Guccio Gucci cuando abrió la primera tienda en 1921 en Florencia era la de establecerse con un producto sinónimo de calidad y diseño. Con tesón y el hombro de sus hijos, el señor Gucci fue levantando la empresa: más oferta, mejores acabados y nuevas tiendas. Como sucede a menudo, triunfa aquel que está en el lugar adecuado en el momento oportuno, y Guccio Gucci estuvo en el centro de la diana de aquella Italia de mediados de siglo que recibía día sí día también a estrellas internacionales camino de Cinecittà. Abrió tienda en Roma y las celebs tomaron sus bolsos casi como un souvenir, un inesperado revés que catapultó el valor de la casa florentina y convirtió el apellido del señor Guccio en una auténtica marca global.

Lo siguiente fue patentar varios iconos en el mercado y convertirlos en hits; éxitos de ventas que aún hoy en día son muestra de orgullo para una firma que está a punto de celebrar su primer centenario. Diseminaron después los puntos de venta alrededor del globo; una medida imprescindible cuando se quiere jugar en la liga de los jet-setters: de Miami a Tokyo con parada en Beverly Hills. Yendo un paso más allá, la segunda generación Gucci decidió ampliar la oferta y sumó colecciones de prendas a sus líneas de complementos y accesorios; un acierto empresarial que se cristalizó en la Quinta Avenida de Nueva York: en el 699 con una tienda Gucci sólo de ropa y en el número 689 otra dedicada a los bolsos, zapatos, maletas y pañuelos.

El fin de los 80 pilló a la famiglia Gucci fuera de onda y al tiempo que se consumía el siglo también lo hacía el interés de los clientes por la firma. Unos nuevos inversores y una nueva estrategia presentaron en los 90 a un bellísimo Tom Ford; y con él, el resurgir de la casa. Más que un golpe de marketing lo suyo fue un mandoble: si el sexo vende, nunca antes había vendido tanto pero porque tampoco nunca antes se había mostrado tan explícito. Tras él todopoderoso Ford llegó Frida Giannini, con el rock, el boho, el vintage y las estrellas de relumbrón hollywoodiense. En su último acto, la casa del web rojo y verde ha fichado a Alessandro Michele –el último Rey Midas de la industria– para mantener donde corresponde a una casa que lo ha vivido todo en el último siglo. Porque la historia de Gucci es la de la historia de la moda a través de un siglo.

1, Los orígenes

Footwear, Automotive wheel system, Shoe, Black-and-white, Monochrome,

Guccio Gucci –el fundador de la casa– nació en Florencia en 1881, y entre 1905 y 1912 vinieron al mundo sus tres hijos: Aldo, Vasco y Rodolfo. Lo primero fue abrir una tienda de complementos y marroquinería en Via Vigna Nuova y después otra en Via del Parione (en Florencia). Pero Guccio se las arregló muy bien para salir airoso del embargo al que tenían sometido los Países Aliados a Italia: puesto que no le permitían la compra de piel del extranjero empezó a fabricar con cáñamo y patentó un estampado a base diamantes entrelazados en diferentes tonos de marrón que le supuso el primer éxito comercial.

El tiempo fue pasando y el eje vencedor de la Segunda Guerra Mundial fue algo más permisivo con las importaciones y exportaciones para los comerciantes italianos, por lo que para finales de los 40, Guccio Gucci había tomado el cuero de cerdo como una enseña de su casa. © Getty Images

2, Gucci "heyday"

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Como buena empresa italiana, la famiglia al completo operaba en la trastienda. Al que se le dan bien los números por el que tiene el don de la venta. Todos para uno y uno para todos. Los hijos de Guccio Gucci consiguieron en apenas tres décadas lanzar la firma a lo más alto del sector y asegurarse, además, que varios de sus modelos de complementos se convertían en iconos y verdaderos hits.

Las aperturas tiendas se sucedían sin descanso, como animadas por una banda sonora de Nino Rotta. Al mismo ritmo íban saliendo el bolso Bamboo, el Jackie (porque se lo puso y reventó las ventas), se presentó el estampado Floraex profeso para Grace Kelly– y aún quedó tiempo para lanzar otro gran icono imbatible de la casa: el mocasín con la hebilla en el empeine.

La década de los 80 se cerró con la compra del 50% de las acciones de la empresa familiar por parte de Investcorp, quienes pusieron a Dawn Mello –presidente de Bergdorf Goodman– al frente de Gucci con la intención de recobrar el lustre que había ido perdiendo. ¿Su primer movimiento? Una jugada maestra: fichar a un joven de mirada abrasadora y bronceado en su punto justo, de nombre Tom Ford.

Si quieres seguir con el repaso a la moda del S.XX pasa a la pestaña 4, si por el contrario prefieres dedicar unos minutos a la lectura morbosa de un asesinato "alla giallo": puñaladas, millones de liras y una vuida negra, nos vemos en la siguiente.© Getty Images

3, Crimen (y castigo)

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Una historia de lo más truculenta (¡y suculenta!) la del asesinato de Maurizio Gucci a manos de un sicario contratado por su ex esposa Patrizia Reggiani. ¿La condena? 16 años de cárcel; únicamente acompañada en la celda de un hurón: Bambi.

El matrimonio lo fue todo en la Italia de los 70; a falta de corona, el tándem Gucci-Reggiani hizo los honores dentro y fuera del país: de fiesta con Jackie O. y su troupe de Kennedys, yates por el Caribe a las puertas de su mansión en Acapulco y un chalet a pie de pista en St. Mörtiz.

A Maurizio le sobrepasaron las responsabilidades de su nuevo cargo y todo se empezó a ir al traste: la empresa, y con ella el estatus, y a la sazón el matrimonio. Huelga decir que la señora Gucci no estaba para nada contenta con los acuerdos de divorcio, llegó a decir que el montante que le pertocaba "no era más que un platito de lentejas" (comparado con la fortuna que había amasado su marido, se entiende). Y así, llegamos al día 27 de marzo de 1995, cuando un sicario le perpetró tres disparos por la espalda al heredero del emporio Gucci. Los culpables fueron 5: el psiquiatra, el portero del hotel, el sicario y el conductor con el que escapó. Además de la ex-mujer, quien lo orquestó todo. Para ella, dieciséis años de cárcel. © Getty Images

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4, La era Tom Ford

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Tom Ford llegó a Gucci con el cambio de década, a principios de 1990 el diseñador tejano aterrizó en los talleres de la firma con la intención de otear la casa por dentro y articular la puesta en marcha de una nueva revolución. Cuatro años después, con la presentación de la colección de otoño/invierno 1995 sentó las bases de lo que será su cometido: un alto voltaje sexual –le acuñaron el término "porno chic"– traducible en generosos beneficios. Lo suyo fue una vuelta al logo, y a los setenta de Halston, al negro y a la lencería, a las supermodelos de rompe y rasga y tanto agitó la coctelera que la copa se mantuvo rebosante más de una década. © Getty Images

5, El estilo Ford

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Se despidió de Gucci como se presentó, cerrando un círculo perfecto que dejó jugosos archivos para la posteridad. Una serie de vestidos blancos, inmaculados, cargados de aberturas y asimetrías le dieron fama; una revisión de las piezas fueron la despedida.

Se dijo que cuando Tom Ford entró en Gucci todo era marrón, redondo y blando; cuando él se fue se había convertido en negro, cuadrado y duro. © Getty Images

6, TomDom

Event, Interaction, Human, Facial hair, Fun, Formal wear, Suit, Gesture, Night, Beard,

Tom Ford cambió las reglas del juego y apostilló un nuevo concepto –director creativo– en vez de diseñador. Los genios de Bergdorf Goodman –los que estaban reajustando Gucci a petición del inversor Investcorp– llamaron a filas entonces a Domenico De Sole, que en aquel momento se encontraba trabajando para Gucci America. Juntos arrasaron, e hicieron negocios como nadie: "yo tengo que lanzar productos que la gente desee; si los desea los compra, las compras son dinero, y el dinero negocio; así que sí, lo mío es el negocio"– sentenció Tom Ford.

Aquel concepto revolucionó el sector: ¡al traste con el diseñador atormentado concibiendo colecciones sesudas en una buhardilla carca!. El nuevo diseñador había llegado para hacer dinero.

Desde entonces, al menos en Gucci, la figura del diseñador es la del director creativo, y suele llevar de pareja la figura del genio de los negocios que le acompaña.

Si en el Gucci de los 90 Dawn Mello y su escuadrón de Bergdorf Goodman puso a Tom Ford y a Domenico de Sole a trabajar en compañía, en los primeros 2000 Robert Polet –una de las têtes d'affiche de Unilever– fue nombrado CEO del Gucci Group. Al principio los puristas del sector no entendieron que alguien que venía de vender helados y palitos de merluza tomara el control de una empresa dedicada al lujo, a los bolsos y a los mocasines; pero en este sector (como en todos) los machacantes son los que dan la razón. Y Robert demostró que de negocios sabía: lo primero que hizo fue poner a Mark Lee como director de Gucci, y éste puso a Frida Giannini al frente de todas las líneas. Renovó licencias de perfumes, de gafas, abrió nuevas tiendas; y en menos de un lustro se fichó a Patrizio di Marco, que venía de Bottega Veneta, y que es la pareja de la propia Frida.

Estamos ante un nuevo capítulo, y a día de hoy los "agentes del cambio" en Gucci son: Alessandro Michele y Marco Bizzarri. © Getty Images

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7, Los años de Frida

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En apenas dos años –los que estuvo trabajando en el departamento de accesorios de la casa Fendi– el trabajo de Frida Giannini llamó la atendió de Ford, quien la contrató en 2004 para engrosar su escuadrón de diseñadores en Gucci. El texano dejó bien atada su sucesión antes de abandonar la casa: John Ray se ocuparía de las colecciones de hombre, Alessandra Facchinetti de las de mujer, y Frida Giannini de las de complementos y accesorios.

Pero una nueva dirección –y con ella un nuevo rumbo– en Gucci, resolvieron concentrar solo en Giannini toda la tarea de diseño. Como los mosqueteros: todas (las colecciones) para una, y una para todas. © Getty Images

8, El boho y el rock

Clothing, Shoulder, Fashion show, Joint, Runway, Style, Fashion model, Street fashion, Beauty, Pattern,

La mirada de Frida Giannini a Gucci se alejó bastante de la de Tom, aunque fue igual de bien acogida (en los inicios). Frida viró el buque florentino hacia el rock, hacia el boho, hacia el vintage... como parte del gran legado histórico de la firma en sus días de gloria. De hecho algunas de sus campañas se ilustraron con imágenes de épocas pasadas y su primer acierto comercial fue rescatar del archivo de Gucci el estampado Flora, creado especialmente en su día para Grace Kelly. Frida siempre tuvo como un gran orgullo la historia de la casa para la que trabajaba; tanto, que impulsó la construcción del Gucci Museo en Florencia. Pero el barco empezó a hacer aguas, y nada como un centrifugado estético para retomar el rumbo. Punto y final. © Getty Images

9, La llegada de Michele

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Así llegamos a los pies de Alessandro Michele, gran majestad de la moda. Es exactamente lo que Gucci necesitaba (necesita): un diseñador con una visión clara y muy particular, como un revulsivo estético. Un nuevo inicio como punto de partida para una casa centenaria; más que una bocanada de aire fresco, el trabajo de Michele en Gucci supone un reajuste a escala internacional de los parámetros de la moda. Él está por encima de las tendencias, y no sólo es que las crea, es que además marca la pauta en el sector. © Getty Images

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10, Un nuevo resurgir

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Una imagen del desfile de hombre de Gucci para primavera/verano 2017. © Getty Images

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