Vamos a dejarlo claro desde el principio: Jessica Jones es el personaje del año. La mejor serie de 2015, la que tiene como protagonista a una antiheroína traumatizada, una detective privada que sangra y bebe whisky como si fuera agua sin gas. La nueva producción de Netflix fascina porque para disfrutarla ni siquiera hace falta que seas fan del universo Marvel. Da igual si Daredevil te suena a desodorante y la Cocina del Infierno a reality show. Jessica Jones gusta hasta a los que tienen alergia a los superhéroes por todas estas razones:

-Jessica sufre. Es más humana que superheroína. Es vulnerable, insegura, duda y se equivoca. Jessica está muy jodida y ni siquiera es especialmente generosa. Ella no quiere salvar al mundo, le basta con sobrevivir y proteger a los suyos.

-¡Es Kristen Ritter! ¡La novia de Pinkman! Sólo por eso, los que aún añoramos Breaking Bad le hacemos la gran ola desde el minuto uno.

-En serio, Ritter es la bomba. A veces hasta engaña con sus ojos de gatito mono y esa mueca de mujer torturada y desvalida, pero luego le entra la furia y tiene el superpoder de repartir guantazos como panes y saltar hasta volar.

-Pero, ojo, que los superpoderes son lo de menos. En esta serie, las virguerías que hacen los protagonistas no estorban y encajan con naturalidad. Que esa chica flaca tenga una fuerza descomunal es lo más normal del mundo; también que el malo sea un psicópata con la capacidad de someter a los demás a sus antojos y que el novio-macizo de la protagonista tenga la piel más dura que el acero. Lo raro sería que nada de eso fuera así.

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Kilgrave y Jessica, lo suyo es química orgánica de primer orden.

-Kilgrave es un villano superlativo. Por fin la némesis de un superhéroe da miedo de verdad. No tanto él como lo que es capaz de obligarte a hacer. Kilgrave tiene control mental total sobre los demás: podría hacer que mataras a un recién nacido sin pestañear y que encima le dieras las gracias por ello. David Tennant está insuperable, consigue ser el mejor malo posible, un sociópata sin empatía y con tendencia a comportarse como el peor de los niños caprichosos. Lo suyo es terror psicológico salpicado de rabietas infantiles de pesadilla.

-Jessica Jones se parece más a la Seven de Fincher que a cualquier película o serie de superhéroes. Jessica Jones es un thriller psicológico.

-Si Jessica no desea salvar al mundo, Kilgrave tampoco quiere eliminar a la humanidad. Esto no es Spiderman ni Superman. Aquí tenemos a un villano y una superheroína que tienen entre sí una química fascinante, aterradora y una profunda dependencia.

-Es una serie de adultos. Aunque ahí leas Marvel, no te equivoques. Aleja a los niños de la tele.

-El sexo. Esta es una serie de superhéroes con sexo hiperactivo. El yeso de las paredes salta, la cama se viene abajo. Te han contado que Jessica tiene dos superpoderes, ok, pero lo que ves en esas escenas es un tercero. "¿Crees que te romperé?".

-Más sexo: la sobredosis de torsos masculinos desnudos. No vemos ni un pecho de ellas, pero con ellos es un no parar. Hay quien aplaude cuando los ve. Aplauso y gritito.

- No necesita un hombre que la proteja, se basta a sí misma y, si se tercia, ella es la que protege al chico. Esta es una serie de mujeres extraordinarias. Y fuertes. Muy fuertes. ¡Jessica Jones es femen!

-Aquí reparte hasta su mejor (y única) amiga, Trish (Rachael Taylor), la rubia trigueña carilinda que, como no tiene superpoderes, entrena Krav Magá como si la fueran a reclutar mañana en Afganistán. Eso no es un deporte, eso es combate a lo bestia, el sistema oficial de defensa del ejército israelí al que también son aficionadas estrellas de cine como Angelina Jolie y Jennifer López.

-Mensaje captado: hay que aprender autodefensa. Krav Magá, boxeo, kungfú o lucha kazajistana. Lo que sea, pero que nunca te pillen con la guardia baja.

-"Mis problemas los manejo... con whisky". Ya lo hemos dicho, la chica bebe mucho. A palo seco y con cierta desesperación. Jessica es Buffy y Xena juntas con la tolerancia alcohólica de una Gallagher.

-Las chaquetas de cuero. En esta serie el traje de superheroína es una chupa de cuero de Acne y unos vaqueros de Citizen of Humanity. Jessica parece sacada directamente de una película de solteros de 1996, con póster de Nirvana incluido.

-Kilgrave en los cómics es Purple Man. Afortunadamente, Marvel y Netflix han optado por darle un aspecto más humano y el tono púrpura lo dejan sólo para los trajes de Paul Smith que siempre lleva en pantalla David Tennant.

-En el capítulo 9 el espectador es testigo de una aparición sobrenatural. Cuesta muchísimo reconocerla pero, ¡la-le-che! Sólo vamos a decir una cosa: La mano que mece la cuna. Vale, una más: Risky Business.

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Luke Cage aka ’dios-hecho-hombre’.

-En dos palabras: Lemond Bishop. Por fin se hace justicia con Mike Colter, ese ser superior, ese dios, ese milagro genético. Todo lo que quisiste ver en The Good Wife y no te quisieron enseñar, lo puedes disfrutar ahora en Jessica Jones. Vi-va Luke Cage.

-El otro macizo, el sargento Simpson (Wil Traval), es un guapo hipertestosterónico que en los primeros capítulos se parece un poco a John Corbett. Luego te acostumbras a su cara y a su tinte de pelo color panocha y se te pasa.

-Carrie-Ann Moss con el peinado de Claire Underwood haciendo de Alicia Florrick poseída por Olivia Pope con sobredosis de pastillas rojas.

-Los meta-chistes de Jessica. Si captas este, te dan el nivel advaced de serieadicto: "¿En qué hospital trabajabas? En el Seattle Grace". Y si pillas este otro, consigues el proficiency: "¿Conoces a algún narcotraficante?", le pregunta Jessica a Luke Cage.

-El sofá naranja de Jessica. Se supone que nuestra heroína es un desastre zarrapastroso, pero la chica tiene ese bonito sofá y duerme en sábanas de lino para que cuando la mires la quieras aún más.