13 importantes lecciones de amor que nos enseñó 'Sensación de vivir'

“–¿No hacemos una pareja genial?

–Me tengo que ir a clase.

–No te entiendo”.

El amor a primera vista es algo que a Kelly Taylor siempre se le dio muy bien. Con Kelly se pueden mantener interesantes conversaciones como la emoción de vivir en pareja, la promiscuidad originada después de su temprana pérdida de virginidad tras el abuso de un famoso atleta y sobre la adicción de su madre al Xanax. Lo demás carece de importancia para Kelly.

Consejos vendo, para mí no tengo. Si algo define a Kelly, aparte de la intensidad, es la dependencia masculina. La koala del amor, la inspiración de la inseguridad disfrazada del despotismo de Alicia Silverstone en Clueless y la culpable de la huida sin retorno de Brenda de la serie, hicieron de Kelly un volcán en continua erupción. Lo que no hacía otra cosa que allanar el camino directo a su meta: psicóloga del West Beverly High.

Aunque Donna se hiciera con el récord del mayor número de cortes de pelo en 10 temporadas no perdería la virginidad hasta la temporada 8 en plena graduación del West Beverly High. Muy adelantada para algunas cosas, pero sus remordimientos cristianos la obligaron a ir de resaca a confesarse. “Hoy quiero confesar que estoy algo cansada y que ya soy una mujer”, proclamaba entre llantos. Brian Austin Green se terminaría cansando de tanto drama religioso y huiría con Megan Fox.

Haciendo uso del ya clásico ‘ni come ni deja comer’, la primera vez que Brenda Walsh rompe con Dylan es por culpa de una falsa alarma de embarazo. En un ataque de doble moral, Brenda huye agobiada cuando Dylan le recomienda utilizar la píldora anticonceptiva. A fin de cuentas, si Dylan sólo era un alcohólico rebelde, ¿por qué hacer caso a una ideología adolescente tan liberal? No tardaría mucho en volver.

Esto es lo que pasa cuando una se cree sentir capacitada para practicar el liberalismo sexual de las relaciones abiertas sin saber de lo que habla. Que nadie se engañe, Brenda también es humana. Y no habían pasado ni 24 horas cuando después de darle alas a Dylan empezaban los dilemas contradictorios: “¿No lo veis? Como yo no he dormido con él ya habrá encontrado a otra”. Los celos son puñales que se clavan en el fondo del alma de Brenda.

“Las rupturas son difíciles.

Ahora ya sé que es verdad.

No digas que esto es el final.

En vez de romper desearía empezar de nuevo”.

Vestidas para la ocasión de Azúcar Moreno en el Eurovisión de 1990 con Bandido, Kelly, Brenda y Donna superan sus prejuicios y se levantan a cantar la versión del Breaking Up Is Hard To Do de The Carpenters. Nada mejor que alguien con experiencia en el desamor para gritar que las rupturas son complicadas. Al final de la serie las tres juntas habrían tenido relaciones sentimentales con la mayoría de sus amigos.

Desde tiempos inmemoriales la nostalgia emocional es un invento de marketing completamente innecesario. Alguien que vive del pasado no es de fiar, por eso Kelly abusa de ello. “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”, dijo alguien una vez. Así que Kelly se quedó sin boda, sin Brandon, sin trabajo y, una vez más, decidió que todos tenían la culpa menos ella.

Sensación de vivir se estrenaba en 1990 y la falsa tapadera de Shannen Doherty pronto quedaría al descubierto. Obviamente Andrea no había visto las noticias de aquella Escuela de jóvenes asesinos (Heathers) de Ohio en la que el veneno era el complemento al almuerzo de mediodía. A Brenda le entraría un ataque de risa cuando se entera de que la cita es con su hermano. Una amiga de calidad.

“-Estoy pensando en teñirme de rubia otra vez. O raparme, como Sinèad (O’Connor).

-¿Qué?

-No me estás escuchando”.

Cuando los días de Mujer blanca soltera busca, en la obsesión de Brenda por Kelly, se iban quedando atrás la Walsh ya no sabía qué hacer para llamar la atención de Dylan, con el que acababa de romper por el agobio que supone un embarazo fallido. Las idas y venidas de la ansiedad de Brenda por llamar la atención se saldaban meses después con Dylan entregándose en cuerpo y alma a Kelly. Así que lo mejor que pudo hacer Brenda es elegir la opción A. Todos saldríamos ganando.

Es un hecho real que Tori Spelling siempre ha sido una adelantada a su tiempo. Los adolescentes que en el presente disfrutan de un estatus popular por el hecho de ser diferentes deben arrodillarse ante ella. Series como Faking It o películas como Infiltrados en clase se han sabido aprovechar de ello. Pero, como una cosa no quita la otra, su impertinencia en casos de extrema gravedad como un divorcio en directo estaba provocando una nueva necesidad social: las listas de Spotify. Gracias por tanto, Tori.

Como toda buena chica de provincias, Valerie aparecía por Beverly Hills en busca de una buena posición social sin importar el cómo, pero sí el por qué. Después de escapar de los abusos de su padre, su principal misión era la de retozarse con todo el que tuviese novia, alterar psicológicamente a cualquiera que le dirigiera la palabra y fumar marihuana mientras buscaba a alguien con buenas recaudaciones. Valerie tenía techo de cristal hasta que lo rompió: termina volviendo al pueblo.

La única vez que Kelly consigue conectar de verdad su corazón con alguien éste se muere en sus brazos. Jimmy era homosexual y enfermo de sida, igual que su reciente fallecida pareja. Eran los noventa y los homosexuales de ficción sólo podían morir de sida o de amor. O de las dos cosas a la vez. Kelly lo vivió, Kelly lo sufrió y Kelly se enfadó. Porque si algo no había aprendido todavía Kelly con su larga experiencia era a decir adiós. No sin antes hacerse la prueba del VIH por si se había contagiado. Doble moral.

No era fácil ser una Tori Spelling en los noventa. Mientras Hollywood avasallaba las mentes débiles con comedias románticas del amor a primera vista de Meg Ryan, Julia Roberts entraba a galope reedificando el sistema conocido del sueño americano. Si una prostituta podía engatusar a un millonario, cualquier lolita estadounidense estaba en su derecho de ser feliz. Y Donna ese día decidió que no iba a esperar al matrimonio para perder la virginidad, antes tenía que experimentar. Pretty Woman como estudio sociológico de la fantasía del amor perfecto.