El drama entendido como tal a lo largo de la filmografía de Pedro Almodóvar no se entendería igual sin el humor que lo acompaña. Un humor negro que viste de surrealismo gran parte de las escenas de sus películas, y ante el cual muchos espectadores han vivido atónitos la extraña dicotomía de llorar y reír en un intervalo no superior al minuto. En el libro Conversaciones con Pedro Almodóvar (Frédéric Strauss, 2001), el director manchega despliega su definición de este género según lo desarrolló en Mujeres al borde de un ataque de nervios (1999): "El humor es el arma de los españoles contra lo que les hace sufrir, contra lo que les preocupa, contra la muerte. En Mujeres, como en Tacones lejanos, muestro esa mezcla de humor y drama, algo que también es un rasgo muy español".

Pero la España de Almodóvar, explosiva, exagerada y neorrealismta que muchos rechazaban al verla por primera vez movidos por una confesión de identificación, no siempre dispuestos a admitirla. La excesiva concéfala antropófaga encarnada por Carmen Machi, la siempre enternecedora Chus Lampreave, la sonrisa impredecible de Verónica Forqué en Kika… no todas las mujeres de este genio de la cámara fueron necesariamente sufridoras, y aun siéndolo muchas veces provocaban una carcajada incómoda. Sea como fuere, su humor, ya patrimonio de nuestro cine, sigue intacto en admiradores (confesos o no), y gracias a su productora, El Deseo, esas escenas que ayudaron a construirlo en su personalísima realidad están disponibles para su uso y disfrute.

Que una vez 'instalaos', como yo notaba algo raro, me confiesa que son terroristas chiítas. ¡Ah, me puse atacá, Dios mío, cómo me puse!
(Mujeres al borde de un ataque de nervios, 1988)

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- Seguro que para ti no es difícil encontrar una persona así.
- No te creas.
- Seguro que no es difícil.
- No te creas.
(La ley del deseo, 1987)

«Yo no pacto nada. Yo solo hago vivo. ¡Soy de las pocas que se atreven con el vivo!»
(Hable con ella, 2002)

Hasta la mujer más banal, con pestaña parece inteligente, parece lúcida. Es muy buena la pestaña, yo estoy a favor. ¡Viva la pestaña!
(Kika, 1993)

Una mezcla de desierto, casualidad y cafetería.
(La mala educación, 2004)

Me llaman La Agrado, porque toda mi vida solo he pretendido hacerle la vida más agradable a los demás.
(Todo sobre mi madre, 1999)

El bigote no es solo patrimonio de los hombres, eh.
(Kika, 1993)