Clinton, candidata republicana a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Demócrata, versus Trump, solicitante por el Republicano: tras meses de enfrentamiento en la campaña electora, sendos políticos se encararon anoche en el primer debate presidencial, celebrado en Nueva York. Clinton cuestionó los credenciales como empresario de Trump, le acusó de racismo y puso en tela de juicio su temperamento para ser mandatario; Trump, por su parte, sembró dudas –de nuevo– sobre el estado de salud de la demócrata. “No tiene la imagen de presidenta. No tiene aguante”, atacó.

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La respuesta de la política estuvo a la altura. Clinton le recordó que como secretaria de Estado había viajado a 112 países y negociado acuerdos internacionales. “Que él me hable de aguante…”, añadió. Según Trump la experiencia de Clinton es “mala”. Por ahora el currículo diplomático del candidato republicano es inexistente.

Clinton además recordó a la audiencia pasados comentarios misóginos de Trump; expuso incluso sus prácticas empresariales, entre otras, el impago de proveedores o las frecuentes suspensiones de pago de sus empresas. Trump no dejó de echar por tierra los treinta años “de fracasos” de Clinton en la política.

Sea como fuere, dicho todo lo anterior, ambos candidatos siguen generando más rechazo que adhesión. Ahí está el nexo de unión.