“La vida de cerca es una tragedia y de lejos una comedia”. Esta frase, que dicen que una vez pronunció Charles Chaplin –hay que tener cuidado con esto de las autorías–, es lo que debió pensar un joven estudiante norteamericano allá por 1885. William, prototipo de lo que ahora calificaríamos como “niño bien”, acababa de ser expulsado de la universidad más prestigiosa del país, Harvard, en su tercer año. Igual lo de tragedia se queda corto si añadimos que William era hijo de un influyente senador y que la causa de su desahucio fueron las bromas incesantes con las que martirizaba al claustro de profesores y buena parte del campus. Pero el escarnio valía la pena. William era miembro de la revista satírica más famosa del país, Harvard Lampoon, cuya reputación de elemento rebelde y marginal de la respetada institución lectiva exigía eso y más. Es difícil separar realidad y leyenda cientos de años después, pero entre las travesuras que han trascendido se encuentran la de un caimán como mascota llamado 'Champagne Charlie', el envío masivo de orinales personalizados con el nombre y fotografía de sus tutores, la liberación de cientos de gallos en mitad del campus o el traslado de un burro al despacho de un profesor. Según History Magazine, en la nota que acompañaba al animal podía leerse la frase: “Ahora ya sois dos”. Con apenas 24 años William estaba fuera de la universidad, pero enamorado del mundo editorial gracias a su trabajo en aquella revista. Tanto fue así que continuó su camino en los medios hasta convertirse en el magnate más importante del país. Por entonces ya se referían a él como William Randolph Hearst, el editor y empresario que cambió la forma de hacer y ver los medios de comunicación –también padre de esta cabecera– y que inspiraría a Orson Welles en Ciudadano Kane. Sí, la vida vista de lejos quizás sea una comedia.

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Dos portadas de Harvard Lampoon.

Para sostener la afirmación de que Harvard Lampoon es la revista universitaria más importante de la historia basta con echar un vistazo a la lista de nombres que han firmado artículos en la misma. Escritores como el doble premio Pulitzer John Updike, George Plimpton (artífice del periodismo participativo) y Walter Isaacson, célebre por su trabajo como biógrafo de figuras como Steve Jobs. Pero si algún sector se ha beneficiado de la cantera del Lampoon ese es el del entretenimiento televisivo de las últimas décadas. Los máximos responsables de series como El príncipe de Bel-Air (Andy Borowitz), Futurama (David X. Cohen), Man Seeking Woman(Simon Birch), The Office (B.J. Novak) y Parks and Recreation (Greg Daniels) comenzaron a publicar sus primeros chistes en la revista. Por no hablar del filón que la writers room de Los Simpson encontró en esta universidad, por la que han pasado media docena de guionistas y hasta su actual productor ejecutivo, Al Jean.

Fue la multidisciplinar y mayestática Tina Fey la que acentuó su relevancia como cantera del humor norteamericano en un artículo publicado en The New Yorker en 2011. Fey condensó el secreto del éxito de programas como Saturday Night Live en la mezcla de dos grupos opuestos entre sí: los “hiperinteligentes” Harvard boys y los “viscerales” intérpretes de improvisación curtidos sobre los escenarios de Chicago y Los Ángeles. Actualmente uno de estos chicos de Boston dirige el equipo de guionistas del mítico programa de sketches, justo cuando este ha alcanzado los mayores ratings en años gracias, en parte, a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Para Colin Jost, dirigir Saturday Night Live no se diferencia de su trabajo en Harvard Lampoon. “Es similar, sobre todo al nivel competitivo. Son tus compañeros, quieres impresionarles y tener éxito. Eso te empuja. Ves a otra gente trabajando y aprendes de ellos. Ambas tienen vibraciones muy parecidas y por eso son lugares tan cool”, confesó en una entrevista en The Boston Globe.

El primer volumen de la revista fue lanzado en febrero de 1876 con “éxito inmediato”, según declararon sus fundadores después de despachar las 1200 copias impresas. Desde entonces y hasta este 2017, la publicación ha continuado en las manos de los estudiantes de la universidad, alcanzando épocas de verdadero esplendor. Durante la década de los 70 consiguió difusión en todo el país. National Lampoon se editó hasta 1998 y por sus páginas pasaron estrellas como John Belushi, Bill Murray o Chevy Chase, dando lugar a programas de radio y hasta filmes como Vacaciones o Desmadre a la americana. Hace unos meses se publicó, con motivo de su 140 aniversario, el libro The Best of the Harvard Lampoon, una recopilación de las piezas más hilarantes publicadas en estos años. Desde hace más de un siglo, la revista también cuenta con su propio edificio. Diseñado por un antiguo miembro de la redacción y situado en la ciudad de Cambridge, a pocos metros del campus, la construcción es otra broma más del Harvard Lampoon: un pequeño castillo que se mofa de la arquitectura holandesa y flamenca del siglo XVI e imita a un rostro humano, siendo considerado por un antiguo alcalde de la localidad como uno de los edificios “más feos del mundo”.

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El edificio de Harvard Lampoon en Cambridge, Boston © Getty Images.

El Lampoon también otorga el galardón “Emperador de la Comedia” que ha tenido como receptores a estrellas como Robin Williams, Billy Crystal o Jimmy Fallon. En 2015, este fue a recogerlo en persona y recibió un cheque por valor de 85 céntimos y un diploma a nombre de Jimmy Kimmel (su rival en la noche televisiva). Otro de los reyes de los late nights estadounidenses es el hijo más influyente que ha parido el Harvard Lampoonen los últimos años. Al paso de Conan O´Brien por el boletín satírico le rodea un halo de leyenda similar al de Hearst. Con una diferencia: no fue expulsado, pero sí pasó una noche en la cárcel. Según cuentan, un grupo de alumnos liderados por O´Brien (que dirigía la revista) se disfrazaron de trabajadores de la construcción y, equipados con un martillo neumático, comenzaron a taladrar en una calle del centro de Boston. Cuando la policía de la ciudad intentó detenerlos, O´Brien llamó a las fuerzas de la ley estatales para denunciar que estaban siendo acosados por un grupo de estudiantes bromistas vestidos como policías, impidiéndoles hacer su trabajo. La broma le costó al pelirrojo por antonomasia de la televisión americana una visita al calabozo, pero ser parte de una institución como Harvard Lampoon bien lo merecía. Eso y más.

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Conan O’Brien a la izquierda y Colin Jost a la derecha © Getty Images.