Puede que la mayoría esperasen de OT una edición más de aspirantes a cantantes en un intento de Televisión Española por recuperar la audiencia en prime time, y conseguir acercarse al público más joven como ya lo hizo hace dieciséis años con la primera edición del reality show. Pero Operación Triunfo 2017 se ha convertido en más que un programa de televisión: es el reflejo de toda una generación que lucha por sus sueños impartiendo respeto, tolerancia, libertad de expresión, amor y compañerismo. Una serie de valores que definen a la llamada generación millennial y, cuya mejor versión, vuelve a unir a un país delante del televisor cada lunes por la noche. Ayer, el beso tras la actuación de Raoul y Agoney en OT volvió a demostrar que en este país todavía quedan muchas cosas por hacer y que la televisión sigue siendo un medio para la visbilidad, la reivindicación y la diversidad y estos dos chicos, con este gesto tan simple, marcaron ayer un antes y un después en la televisión pública de nuestro país.

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Raoul y Agoney interpretaron en la gala 7 de OT la canción Manos Vacías, que Miguel Bosé lanzó en 1997. A lo largo de la semana, hemos podido ver los ensayos de ambos en la academia, donde además de trabajar la voz y la melodía, ambos se esforzaron por darle protagonismo a la interpretación. Muchos pensarán que darle una carga romántica a la interpretación de una canción es algo típico en este concurso y no debería sorprendernos volver a verlo. Es cierto, no debería. Operación Triunfo nos ha emocionado millones de veces, desde el Escondidos de Chenoa y Bisbal hasta el City of Stars de Amaia y Alfred, pero nunca, hasta ahora, habíamos visto una actuación de este tipo entre dos personas del mismo sexo.

Es por esto que el beso entre Raoul y Agoney fue solo el culmen de una actuación maravillosa que hizo que todo el país se emocionase como ya lo hizo con Escondidos o La La Land, abriendo los ojos a una sociedad a la que todavía le queda mucho por aprender pero que, ayer, al fin, no distinguió de sexos en una canción de amor. ¿No es este un motivo de celebración?

A lo largo de esta edición hemos visto cómo los jóvenes aspirantes hablan sobre feminismo, interrumpen comentarios sexistas, imparten toleracnia y respeto en todos los ámbitos y nos dan una clase magistral sobre transexualidad (no podemos olvidar el beso de Marina y su novio transexual, también en prime time). No es casualidad que la semana pasada la gala se abriese con el tema La revolución sexual y, en esta ocasión, la canción elegida fuese A quién le importa, de Fangoria. El programa de televisión que provocó un antes y un después hace más de quince años, está volviendo a romper los moldes en 2017. Twitter quedó invadido por aplausos y ovaciones a la actuación y el precioso gesto de Raoul y Agoney, y no es para menos, porque ya forman parte de la historia de la televisión pública en nuestro país.