Bien podría aquel Qué Apostamos, de final y amenazante ducha, representar a una España noventera ajena a cualquier susurro de revuelos de infelicidad. Ay, los 90. Marbella era el centro del mundo, la burbuja inmobiliaria era una partida de Monopoly y, en este San Junipero con fecha de caducidad, nuestra era la primera parada de toda estrella necesaria de la vida.

Lo sabe Ramonchu, lo saben Ana Obregón y Antonia Dell’Atte –giro de guión tan soberbio como maquiavélico el sustituir a una por la otra– y lo saben en RTVE, con una web en forma de paraíso 2.0 y esquinas tan surrealistas como estas. Y aunque ahora parezca que Pablo Motos haya utilizado de buena manera los rapapolvos de la audiencia, por no aprovechar como Dios manda a una estrella de la tierra prometida, durante no pocos años nuestro prime time televisivo se vio sucumbido por una hecatombe de desierto espiritual, en lo que a estas fiestas de amor incondicional se refiere. Qué apostamos… ¡Que en paz descanses!


Cher

En noviembre de 1998 Ramón García enviaba, a una atenta España, un claro y alto mensaje con principios infundados: “Believe es un disco que tiene un ritmo fantástico”. No le vamos a llevar la contraria, pero ver la rápida evolución en los registros faciales de Cher, los cuales pasan de mearse de risa a no entender ningún chiste de Ángel Garó, es algo que queda bastante alejado de la comprensión económica. Que Cher relate su primera experiencia sexual con espasmos de Ramón García de por medio, también. ‘Do you believe in life after love?’ No, nosotros creemos en Cher. Y en su playback.

Mia Farrow

En un golpe maestro, de sospechoso homenaje al enrevesado panorama sensacionalista español, a TVE se le ocurrió extender un jugoso contrato a Antonia Dell’Atte, ante la marcha de Ana Obregón. Una de sus primeras invitadas sería una Mia Farrow sin nada que perder ya en la vida. Se presentaba con un “Hola, soy Mia Farrow, la reina de las fiestas de Denia”, en un claro español, mientras la traductora repite por megáfono: “reina de las fiestas de Denia”. Así que, ante tal impactante exposición de bizarrismos salvajes no queda otra cosa que permanecer clavado ante tal historia de nostálgico pasado. Y es que Mia había veraneado en la Comunidad Valenciana. Lo que faltaba.

Elizabeth Berkley

Escuchar hablar a Ana Obregón de Paul Verhoeven, uno de los reyes del ‘sexy thriller’, en un programa de máxima audiencia de la televisión española, debería ser cuanto menos una experiencia extrasensorial digna de un telefilm de ciencia-ficción, pues Anita la fantástica fue en otra vida una estrella del género en la que un asesino con sed de venganza persigue a una despampanante y entrañable mujer de teñido rubio y turbio pasado. Y Elizabeth Berkley tan amiga de Concha Galán. Surrealismos aparte, ¿habrá visto Ana Elle? Esperamos que sí.

Tippi Hendren

Le responde una Ana Obregón, fuera de guión, a una Tippi Hedren encantada de tal reconocimiento alejada del foco –o Chipi Hedren según ella– que, literalmente, “estamos todas muy ‘estresaditas’, ¿sabes?”. Era el consejo de Tippi, que, en 1996 y con 66 años, después de que Ana le pidiera su dieta secreta, ella respondería meada de la risa con un monosílabo de pánico: “Estrés”. “We’re amaze with your figure”. Realmente por lo que la España noventera debería estar fascinada es por tan loca escena que ni Hitchcock alcanzaría a imaginar en uno de sus mejores sueños.

Zsa Zsa Gabor

Que sus recientes cenizas permanecieran impolutas en un bolso para perros de Louis Vuitton, que su viudo secuestró para llevárselas a la Hungría natal de la musa, sólo es una forma de hacer honor a la rocambolesca vida de la que una vez fuera la reina de la ‘jet set’ de Hollywood. Que su hijo adoptado dijera adiós al mundo sólo una semana después, a causa de un accidente de moto en Mulholland Drive, justo el mismo día del ataque al corazón de su madre, también. Por eso no debería sorprender cuando, en 1993, Zsa Zsa Gabor se sentó al lado de Marianico ‘el corto’, para contar con la cabeza alta su experiencia en el amor, con ocho maridos en su currículum. “Cuando me divorcio devuelvo el anillo, pero me guardo el brillante” o “Me gustan los hombres inteligentes porque tienen muchos dólares”. Ana se ríe y nosotros le damos las gracias a Zsa Zsa por tanta sabiduría.