Aunque en España su nombre apenas se conozca, sin ser artista, Anita Brenner fue una mujer fundamental dentro del arte mexicano, además de pionera en intuir la importancia del turismo para el desarrollo de su país. Ella se convirtió en un puente que abriría el flujo de visitantes de Estados Unidos a México, viajes en los que el vecino del norte descubriría las bellezas que poseía el del sur. Brenner se convirtió en una precursora del turismo. Pero no solo eso. En su figura, Brenner mezcla la grandeza cultural del país azteca con sus raíces judías. De tanto mestizaje se formó una mujer culta, sofisticada e intelectualmente muy avanzada. A partir del 14 de septiembre, en el Skirball Cultural Center de Los Ángeles se celebra la exposición Another Promised Land: Anita Brenner’s Mexico (Otra tierra prometida: el México de Anita Brenner) para descubrir su fascinante legado.

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Hanna (Anita) Brenner nació en Aguascalientes un 13 de agosto de 1905. Su padre era un judío emigrante de Letonia, que pronto se trasladó a Texas a vivir. La joven Anita recibió pues una educación estadounidense, pero nunca perdió los vínculos con su país de nacimiento y aseguraba sentirse más que nada, mexicana. Regresó en cuanto pudo, apenas cumplidos los 18 años y volvía a hacerlo siempre que sus estudios de Antropología se lo permitían hasta 1940, cuando fijó definitivamente su residencia en el país azteca. Ya no se volvería a marchar hasta su muerte en 1974. Escritora, periodista y antropóloga, Brenner forjó grandes alianzas con artistas mexicanos a los que ayudó a promover su obra. Ella acuñó el término de Renacimiento Mexicano allá por 1920. Entre sus amigos artistas destacaba su conocida relación con Diego Rivera, del que era muy amiga. Incluso se llevaba muy bien con su primera mujer, Lupe Marín, con la que mantuvo el contacto cuando se separó del artista."En sus diarios, Brenner escribe sobre sentarse debajo de sus andamios del mural de Rivera durante horas, hablando de la política y de la revolución”, explica Laura Mart, asistente de la curadora de Another Promised Land: Anita Brenner’s Mexico". Según sus diarios, Brenner comía habitualmente en la casa de Rivera con Lupe Marín, que incluso le prestó un enorme abrigo para un traje de carnaval. Los tres frecuentaban las fiestas nocturnas que se celebraban en hogares de artistas y escritores, incluyendo los suyos propios

Una amiga en la sombra. Menos conocida era la amistad de Brenner con Frida Kahlo, que ha permanecido más algo más en la sombra. Aunque un dato enigmático podría ser clave para mostrar de la profunda relación entre ambas mujeres. Cuando Frida Kahlo quedó destrozada tras enterarse de que el pintor tenía una aventura con su propia hermana, la artista decidió salir de México. Anita Brenner sería la encargada de sacarla del país en un largo viaje en coche. Tras esa escapada, junto a su otra amiga Mary Schapiro, Kahlo regresó a México y volvió a la casa matrimonial con una audaz proposición para su marido: quería una relación abierta de forma consensuada. Aunque la curadora reconoce que en su investigación no han conseguido descubrir ningún dato que confirme la influencia de la sofisticada Brenner en el cambio de actitud de la pintora, lo cierto es que sí está confirmado que fue ella la que condujo el coche que las llevó a Schapiro y a ella a Nueva York en 1935. Laura Mart explica que es probable que Frida Kahlo y Anita Brenner se conocieran cuando Frida acompañó a Diego a Estados Unidos mientras trabajaba Comisiones murales. También pueden haberse conocido cuando Anita volvió a México en 1931 para escribir su guía de vacaciones de México. Lo cierto es que ambas se convirtieron en amigas que se veían con frecuencia. "Frida escribió a Anita una larga carta mientras estaba en el hospital de San Francisco en 1940, a 'Anita linda, cuate del alma', preguntándole por sus hijos, a quienes ella adoraba", y añade que "el hijo de Anita, Peter, me recordó que él pasó muchas tardes de niño en la Casa Azul [la residencia de Kahlo en México DF], jugando con los monos y perros xoloitzcuintli que Frida tenía como mascotas, y recitando poemas o canciones para ella a cambio de golosinas en recompensa por la actuación".

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Aunque su poderosa figura ensombrece a cualquiera que se acerque, Brenner fue mucho más que la amiga de Frida Kahlo y, por sí misma, fue una figura muy influyente. "Brenner fue fundamental para el arte mexicano ya que publicó uno de los primeros libros que presenta una visión del arte y la cultura mexicanas desde la época prehispánica hasta la posrevolución, y que presenta el arte contemporáneo de su tiempo como el resultado de un 'renacimiento' de la cultura indígena como fundamento de lo mexicano", explica la curadora de la muestra, además de historiadora y critica de arte, Karen Cordero Reiman que ofrece más claves de la moderna personalidad de Anita Brenner. "Ella se relacionó con un grupo de mujeres artistas e intelectuales que, ya en los años 20 en México, cuestionaron en sus obras y con sus vidas cotidianas las convenciones y estereotipos respecto al papel de la mujer”, explica Cordero Reiman que señala que entre ellas se establecieron relaciones de complicidad y amistad en las que se hablaba de manera abierta de la sexualidad y la subjetividad femenina, y cuestionaban las relaciones heterosexuales convencionales. “Asimismo, emplearon la moda, la cocina y la configuración del hogar como espacios de creatividad y transformación cultural, a la par con su presencia y voz pública por medio de la creación artística y literaria y la militancia política”, confirma la historiadora que, aunque reconoce que Brenner nunca se declaró como feminista, estudiar su obra permite ver que "expresa una conciencia aguda sobre las dinámicas de poder entre los sexos, considerando claramente que tienen un derecho de participar de forma igualitaria en todos los ámbitos". Por eso, Cordero Reiman está convencida de que "Brenner manifiesta una perspectiva que yo identificaría plenamente como feminista".

Otra de sus peculiaridades fue convertirse en pionera del marketing turístico. Con su libro Your Mexican Holiday de 1932 creó una maravillosa guía de turismo cultural que conseguía remover los prejuicios y estereotipos de los estadounidenses sobre México gracias a una experiencia directa de su cultura y su arte, además de una comprensión de su situación histórica y política. "Este ímpetu se refleja también en sus escritos sobre México en diversos periódicos y revistas de Estados Unidos, con los que Brenner marcó una pauta en arte como vehículo de mediación cultural”, apunta Cordero Reinman y Laura Mart concluye: “En estos tiempos en que nuestro mundo está cada vez más polarizado y el nacionalismo y la intolerancia crecen, es importante fortalecer nuestros valores y ver a través de nuestras diferencias. La vida de Anita Brenner es un ejemplo de cómo construir puentes entre los países al fomentar las conexiones humanas y romper los prejuicios ayuda a construir una sociedad más justa a través de las fronteras".