Andaba yo revisando fotos de los pasados Globos de Oro, cuando me topé con una foto de la actriz Lola Kirke posando en el photocall. Para los que no ven series: es conocida por su papel en Mozart In The Jungle y hermana de Jemima, una de las protagonistas de Girls. Como hago siempre, por deformación profesional, fui diseccionando su look: melena muy original, corta por delante y larga por detrás, maquillaje discreto, manicura francesa, piel lisa de aspecto suave, ligeramente bronceada... y una axila velluda. Sí, velluda. Más velluda de lo que había visto nunca en una mujer. Seis centímetros, mínimo. Es decir, a todo lo que da. A lo que crece el vello en esa zona hasta empezar a caer y renovarse. Algo shockeada, recordé que no era la primera vez que veía esto mismo en una alfombra roja. ¿Alguien se acuerda de Julia Roberts con vestido de pailletes en tono fresa con la axila sin depilar. No en plan sin depilar en esa semana y con vellitos casi como puntos, no; con una axila con vellos bien crecidos. Podría calificarla, sin miedo a parecer una de esas mujeres machistas, una axila masculina.

Presta a conocer otras opiniones diferentes (o no) a la mía, subí la foto a Facebook. Mostré claramente mi opinión: si es por llamar la atención sobre una postura feminista, aunque no comparta tal postura. Si alguien me lo quiere vender como lo más normal del mundo, lo siento, pero no compro. Vestido maravilloso, joyas, maquillaje... y pelambrera bajo el brazo, no. La ecuación no me sale. Por descontado, nunca la insultaría ni diría que me da asco, como sí hicieron algunos en mi muro. Aunque me eche para atrás y lo encuentre innecesario y con cierto aire de involución. Digo involución porque esto no es moderno. Sé a ciencia cierta, por haber consultado con expertos dermatólogos, que en aras de mejorar la higiene personal, toda depilación es bienvenida. Para saber si la gente sabe lo que yo sé, puse el tema sobre la mesa de mi timeline y obtuve posturas de lo más dispares. La mayoría defendía que, más que higiénica, estábamos ante una disyuntiva ideológica o, como mucho, estética. Yo no estoy tan segura.

¿Hay una axila 'femenina'?

Los cánones estéticos que rigen nuestro comportamiento a la hora de pasar por chapa y pintura a un lado y otro del Atlántico, salvo excepciones, dicen que ya en los años 20 las flappers comenzaron a depilarse las piernas y bajo el brazo como elección estética. Más femenina, sensual y apetecible, la piel debía ser lo más lisa y limpia posible. La publicidad de esa época contiene referencias a cuchillas, sistemas de cera y otros inventos para ver desaparecer ese antiestético atributo. Porque es antiestético, ¿no?. Al menos, para la mayoría. Al menos para los que no solemos pensar fuera de la caja. ¿O no? Seguro que has oído hablar del movimiento #freethepit y sus variantes, que defiende el lucimiento, tinte de colores mediante, del vello axilar en las redes sociales. A él se apuntaron varias famosas. Recordando esto recordé también las fechorías de Terry Richardson fotografiando de esa guisa a la cantante Miley Cyrus y la modelo Charlotte Free. Ambas defendieron y defienden el no-rasurado por cuestiones ideológicas. En una entrevista en The Guardian, la modelo de pelo rosa y por entonces 19 años (juventud, divino tesoro), declaraba: "Sí, dejo crecer mi vello en la axila como parte de mi auto-afirmación feminista; por el tema de la igualdad de derechos. Es ridículo que las mujeres tengamos por obligación que afeitarnos las piernas y las axilas (...) Me gusta tener vello por el cuerpo como símbolo de mi libertad para no conformarme con algo que veo ridículo". No me convence y me pregunto: ¿Estará esta idea en más cabecitas de esa edad? ¿Me estoy haciendo mayor? Veo que en Facebook se me dan muchos argumentos a favor de la axila peluda y me pongo a investigar. Compruebo que, frikismos aparte, varios estudios se han llevado a cabo con el fin de demostrar el impacto social que puede tener para una chica dejar de depilarse. Uno de los más serios y mejor comunicado es el llevado a cabo por Breanne Fahs, profesora asociada de estudios sobre mujer y géneros, en la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos) y especializada en estudiar la sexualidad femenina, el feminismo radical, y el activismo político de la mujer. En su clase, varias alumnas se sometieron a un experimento durante el transcurso de un seminario llamado Salud y Mujer, impartido por la propia Fahs. Varias de ellas contaban que, durante el tiempo que duró el experimento, consistente en dejar de depilarse piernas y axilas, no querían ni salir de casa. Se negaron, por voluntad propia, a llevar ropa de tirantes, bañador, pantalones de corte capri. No querían ir a entrenar y llegaron a perder interés por tener relaciones sexuales. Empezaron a lavarse compulsivamente, a ponerse más desodorante. Se sentían inseguras. De cara a ellas mismas y de cara a los demás. Algunas declararon que fueron increpadas por su entorno con expresiones insultantes como "Eres una guarra", "pareces un tío" o la tan absurda: "¿ahora eres lesbiana?".

El porqué de depilarse

No pensaba yo que llegaría a leer cosas así. Tampoco que llegaría a plantearme: ¿yo por qué me depilo? Pues creo que lo hago porque me gusta tener la piel lo más suave posible en todo mi cuerpo, incluyendo las axilas. Concretamente me depilo las axilas por una cuestión de higiene: intento evitar cualquier oportunidad de oler mal. Así de claro. Aunque en Facebook no lo tuvieran tan claro. Ellos y ellas, partidarios casi todos de dejar hacer, dejar crecer, trataban de defender que vello axilar y mal olor no tienen relación. Pero llegados a este punto tengo que decir que, lo siento, se equivocan. Si se trata de un asunto tan peliagudo (valga el chiste malo) es porque el problema está ahí. A mayor cantidad de vello, más riesgo de mal olor (en las axilas). No en vano, los desodorantes masculinos son más potentes. Porque ellos, salvo excepciones, no rasuran la zona. Cabe cierta explicación fisiológica, por las dudas: las axilas sudan a través de las glándulas apocrinas, que son distintas a las glándulas sudoríparas de otras zonas del cuerpo que también sudan, y éstas (las apocrinas) son las que hacen que ese sudor -el de las axilas- huela mal y el resto no. Este olor es provocado por las bacterias que pueden aparecer si el sudor permanece en la piel durante un largo tiempo. ¿Cómo se evita que el sudor esté en la piel más tiempo? Depilando. Así de fácil. Y como esto lo digo yo, mejor que lo repita un experto. La Dra. María Segurado, asesora dermatológica de Nivea, lo expresa así: "Las glándulas apocrinas son la causa más frecuente del mal olor. Éstas secretan un sudor más denso, poco abundante e inodoro hasta que entran en juego las bacterias que viven en la zona, que lo descomponen produciendo una serie de productos volátiles que provocan un olor penetrante y desagradable. El problema suele debutar en la pubertad, que es cuando se desarrollan las glándulas sudoríparas apocrinas junto con las glándulas sebáceas y el vello. ¿Que podemos hacer entonces para controlar el mal olor? En principio, lo más importante es reducir la humedad de la zona, en concreto de las axilas, y recurrir a métodos que nos ayuden a reducir la proliferación de bacterias. Por un lado, la lógica higiene diaria y el uso de desodorantes. Por otro, la depilación axilar. Se ha demostrado que la reducción o eliminación del vello de las axilas reduce la humedad y, por ello, la proliferación bacteriana mejorando los problemas del mal olor".

Cuestión aclarada. Ahora que cada uno decida.