El autobronceado efectivo (o cómo no acabar siendo un clon de Donald Trump)

Con el verano a la vuelta de la esquina y con muchas ganas de presumir de algunos centímetros más de piel (bye, bye lluvia!), aumenta la necesidad de broncearse un poco. Y es que no hay más que entrar en un probador con tu próximo bikini nuevo para darse cuenta de que los estampados y florales y los colores veraniegos sientan mejor cuando ya hemos cogido un poco de color.

Pero, cuidado: no estamos hablando de pieles naranjas, apagadas y envejecidas, y mucho menos de pieles quemadas por el sol. Lo que buscamos es ese tono tan favorecedor que dejan los primeros rayos, un ligero bronceado que despierta la luminosidad de la piel de cara al verano. Para ello, hay que tener en cuenta tres reglas básicas: preparar, proteger y reparar. Un mantra que toca empezar a repetir desde ya mismo para lucir un tono de piel precioso durante todo el verano (e incluso un poquito más).

PASO 1: Prepara

Fundamental para prevenir la aparición de manchas, estimular la melanina y conseguir un bronceado más homogéneo. ¿Lo primero? Vigila lo que comes y apuesta por los alimentos ricos es vitamina C, antioxidante esencial si vamos a exponernos al sol, y betacarotenos como el tomate, la sandía, la zanahoria, los cítricos... Y como no siempre cumplimos con lo de las “5 piezas de fruta al día”, es ahora cuando debes empezar a tomar complementos alimenticios que te ayuden a preparar y proteger la piel desde dentro.

Este tipo de preparadores son perfectos para las pieles más claras que se queman fácilmente, ya que les aportan un extra de betacarotenos y licopenos y funcionan como un complemento de los protectores solares. A partir de ahí, céntrate en el cuidado de la piel, la exfoliación y la hidratación son dos factores muy importantes para conseguir un bronceado uniforme y luminoso. Por la noche, apuesta por sérums específicos para prevenir la aparición de manchas.

PASO 2: Protege

No se trata solo de elegir el protector solar adecuado a tu tipo de piel; aplicarlo de forma correcta es imprescindible para que la protección sea eficaz. Y recuerda que, aunque todavía no es verano, el sol ya empieza a notarse con fuerza. No te confíes y apuesta por el mismo SPF que te llevarías a la playa. ¿Y cómo se aplica bien un protector solar? Teniendo en cuenta tanto la cantidad como la frecuencia con la que lo aplicas. Lo normal es usar un dedo de producto en caza zona del cuerpo, dos para las zonas grandes, y aplicarlo cada dos horas o después del baño. Recuerda también que es muy importante aplicarlo media hora antes de empezar a tomar el sol, no vale con llegar a la playa y embadurnarse de crema.

PASO 3: Repara

No esperes a quemarte para reparar tu piel. La exposición al sol es una agresión directa que merece una dosis de hidratación extra cada día. Mima tu piel con cremas ligeras y texturas en gel que la refresquen desde la primera aplicación y recuerda que una piel hidratada es un piel más joven, más elástica, más luminosa y, en definitiva, más bonita.

PASO EXTRA: Maquillaje y autobronceadores

Sobre todo para estos primeros días en los que empiezas a ponerte ropa de verano pero sigues luciendo piel invernal, el maquillaje y los autobronceadores serán tus mejores aliados. Recuerda que los polvos bronceadores debes aplicarlos en el rostro en horizontal, en las zonas donde incide el sol de forma natural: línea del cabello, mejillas, nariz y barbilla. Por su parte, los autobronceadores requieren siempre una exfoliación previa y recuerda en tener especial cuidado al aplicarlo en rodillas y codos para que no se acumule el producto en estas zonas y deje manchas.

En la imagen de apertura, la modelo Bridget Malcolm fotografiada por Hans Feurer. Estilismo de Juan Cebrián.