El tamaño (de los poros) sí que importa
¿Se puede hacer algo para minimizar el aspecto de nuestros poros?
Casi desde la adolescencia, nos dedicamos a librar una batalla contra los poros abiertos con tanto empeño que los convertimos en uno de nuestros peores enemigos. Además, si tu piel es más o menos grasa sabrás que cuanto más sebo segrega ésta, más grande será el tamaño de los poros. Focos de suciedad e infecciones, estos pequeños orificios cuya función principal es permitir que la piel respire se convierten en uno de los principales problemas estéticos al agrandarse, ya que la textura de la piel pierde su uniformidad, haciendo que está se vea más apagada y con un aspecto mucho más tosco. Pero su puede luchar contra esta tendencia y ponerle freno para conseguir una piel mucho más bonita.
Últimamente, cuando hablamos de poros abiertos o grandes, hemos caído en la tendemos de culpar a la genética de su aspecto, pero ha llegado el momento de ser justos. Es cierto que la genética es uno de los factores que influyen en el tamaño de nuestros poros, pero no es el único; también tiene mucha culpa lo que comemos, nuestro estilo de vida y los cuidados que le proporcionamos a nuestra piel. Está claro que una persona con tendencia a tener los poros más marcados va a lucir una piel más bonita si la cuida correctamente. Por ello, toca hacer una revisión de nuestros hábitos y empezar a cortar por lo sano con algunos de ellos, porque si bien es cierto que jamás conseguiremos hacerlos desaparecer, también es verdad que podemos mejorar muchísimo su aspecto.
Por ejemplo, uno de los primeros pasos que deberías dar es dejar de fumar. El estar continuamente expuesto a partículas de alquitrán hace que la dermis se ensucie mucho más, acumulándose esta suciedad en los poros, obstruyéndolos y haciendo que estos sean más grandes. En relación con este punto se encuentra también la contaminación ambiental, que ensucia nuestra piel de la misma forma y que solo podemos combatir mediante una limpieza diaria en profundidad. Y es que una buena limpieza es el punto de partida para empezar a lucir una piel más bonita y con un aspecto más refinado. Como ya hemos mencionado, nuestra piel está expuesta a la contaminación del aire, pero estas partículas no son las únicas impurezas a las que se enfrenta: células muertas, maquillaje, restos de cosméticos y la propia grasa que generamos, son algunas de las cosas que se acumulan en nuestros poros, agrandándolos y formando puntos negros que corren el peligros de infectarse.
Para evitarlo, te recomendamos una rutina de limpieza diaria que incluya un desmaquillado en profundidad, con aceites que disuelvan el maquillaje de forma correcta y respeten la piel, una limpieza con geles específicos para tu tipo de piel que limpien la superficie una vez libre de maquillaje, retirando las células de piel muerta. Y para terminar, apuesta por empapar un algodón en agua micelar y pásalo por el rostro para retirar los restos de cualquier jabón. Una vez limpia, no te olvides de tonificar e hidratar la piel evitando, eso sí, los cosméticos oclusivos. Elige un tónico que ayude a cerrar los poros y a refinar el aspecto de la piel y aplica después una hidratante específica, para tu tipo de piel, libre de siliconas. Es importante no saltarse nunca el paso de la hidratación, ya que una piel deshidratada tiende a producir más sebo, por lo que es poro seguirá creciendo. Por ello, si tienes la piel grasa, elige una hidratante que te aporte el agua que necesites y te ayude a equilibrar el exceso de grasa. Completa esta rutina diaria con cuidados específicos semanales que actúen a mayor profundidad, como exfoliar la piel o limpiarla con una mascarilla destinada a acabar con las impurezas.
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