Pasar una semana sin lavarnos el pelo con champú. Ese es el reto que le propuse a mi amiga María, partner in crime y fan de los retos innecesarios como yo, sabiendo de antemano que no me privaría de tal diversión. Las normas eran sencillas: durante siete días sólo podríamos utilizar acondicionador para lavarnos el pelo y evitaríamos productos como espumas y serums. ¿Por qué? Todo surgió hace meses, cuando una muestra de Avocado co-wash de Lush llegó a mis manos, una especie de acondicionador sólido con aires de champú diseñado para limpiar sin eliminar los aceites naturales del pelo. Me puse a investigar y aunque lo cierto es que no recuerdo qué fue de ese aromático producto, el método 'co-wash' me atrapó por completo (el ‘co’ es de ‘conditioner’, por cierto).

Se trata de una tendencia que lleva copando los blogs de belleza durante temporadas, una especie de reto capilar en el que no existe punto intermedio: o lo amas o lo odias. La idea utilizar exclusivamente acondicionador para lavar el cabello, está indicada para cabello afro o muy rizado, seco, con tendencia a encresparse e incluso teñido. Definir el rizo, evitar que el pelo pierda su hidratación, proteger el color y eliminar el encrespamiento estarían entre sus propiedades mágicas. ¿Por qué? Al evitar el champú se reducen los sulfatos dañinos, ideados para producir espuma pero que a su vez resecan pelo y cuero cabelludo. “Qué no llevará mi acondicionador”, pensé, escéptica, incapaz de imaginar la que se me venía encima.

Antes de nada, os presento nuestras melenas: María tiene el pelo largo, grueso y con tendencia a engrasarse fácilmente, así que el morbo por ver cómo se las iba a apañar sin champú pudo conmigo. Por otra parte, mi pelo es fino, ondulado, seco tirando a rastrojo y con tendencia a encresparse. Todo un regalo. Por ello, desde el principio pensé que tenía las de ganar. Sin embargo, esto es lo que pasó.

Día 1: Lunes

Confesión: echo desesperadamente de menos la espuma. Tras aplicar generosos puñados de acondicionador sobre el cabello mojado, lo masajeo con intensidad, sin saber si en algún momento saldrá una textura jabonosa o fuego directamente. Una vez establecido que es misión imposible, lo aclaro, seco con una toalla y trato de peinar. Digo trato porque las púas se pierden entre el espesor (y los nudos, todo hay que decirlo) de mi pelo, que cuenta con una textura acartonada y hasta el momento desconocida para mi.

“Se estará obrando la magia”, pienso. Ingenua de mi. Al par de horas y con el pelo prácticamente seco decido mirarme al espejo para HORROR ver que ha oscurecido un par de tonos. No he aclarado bien el acondicionador y los mechones grasientos asoman sin pudor. Mea culpa. ¿Con qué pelo voy mañana al trabajo? Y más importante todavía, ¿qué tal le habrá ido a María?

“Se me ha quedado mejor que ayer… Pensé que se me iba a quedar muy apelmazado pero la verdad es que tengo más brillo que cuando me lo lavé ayer sólo con champú”, me comenta.

giphyView full post on Giphy

Día 2: Miércoles

Después de estar dos días con moño (no he querido cambiar mi rutina de lavármelo en días alternos) decido darle otra oportunidad al 'co-wash'. La bañera resbala de los kilos de acondicionador que se posan sobre ella, pero esta vez SÍ, me digo a misma, mientras me empleo a conciencia en aclararlo y, ya de paso, desenredarlo en la ducha. La verdad es que el cambio se nota y aflora un conflicto interior. Pros: el pelo está más suave y huele genial. Contras: también está más apelmazado y juraría que todavía algo grasiento. Súper contra: me pica la cabeza.

Día 3: Viernes

“Tengo el pelo asquerosamente graso. ¿Tengo que volver a lavármelo con acondicionador? Mi flequillo da vergüenza”, me cuenta María. “Jajajaja por favor hazlo una vez más y si no, lo dejas”, añado. Nadie dijo que fuera a ser fácil, pienso mientras miro con ojos tiernos el bote champú. Hoy tengo el pelo nivel Britney (2001) y el fin de semana todavía no ha comenzado.

Día 4: Domingo

Drama mañanero: María abandona el reto. Me planteo hacer lo mismo, pero la vida es ensayo y error así que continúo. No es que tenga el pelo mal, puede que hasta esté más suave e hidratado que antes, pero la raíz dura poquísimo tiempo limpia y eso elimina cualquier buena noticia automáticamente. Además, al añadir peso mis ondas pierden el poco cuerpo que tienen y el cabello se seca formando siluetas extrañas. ¿Conclusión? Se avecina otra semana de moño.

Día 5: Lunes

No puedo más y tiro de champú en seco (te echaba de menos) pero el momento me supera así que acabo con la cabeza completamente blanca. Puede que este sea el peor resultado de toda la semana pero me da igual porque, está decidido: mañana pienso pasar un buen rato haciendo espuma bajo la ducha.

Conclusión: Queda claro, el 'co-wash' no es para mi, tampoco lo ha sido para María. Sin embargo, no descarto el método por completo. Tiene su utilidad, por ejemplo, los días que tengas que lavar el pelo muy seguido para refrescar el olor o en verano con tanta playa y piscina. También recurriré a él para darle un descanso de medios a puntas al menos una vez a la semana. Eso sí, si algo he aprendido es que mi raíz no perdona su dosis de champú. Y tú ¿aceptas el reto?