Todas pasamos por esa fase creativa (en algunos casos se repite varias veces a lo largo de nuestra vida) en la que ya sea por una cosa o por otra, nunca estamos contentas con nuestro pelo. Y eso nos lleva a lanzarnos a las tiendas de artículos de peluquería, pertrecharnos con agua oxigenada, tijeras y pinceles y ponernos manos a la obra, después, esos sí, de haber visto algún vídeo en YouTube en el que cortarse el flequillo o decolorarse parece la cosa más sencilla del mundo. Pero una vez metidas en faena nos damos cuenta de que no lo es y, con el resultado delante del espejo, llegan las lágrimas.

Pero todos estos arranques DIY tienen consecuencias más allá de nuestra persona y es que son la mayor pesadilla de nuestros peluqueros.Para Juan Manuel Arroyo, responsable del salón Mode Madrid (c/ de Gutemberg, 7 Madrid) y cliente de Wella, lo peor es cuando nos teñimos en casa. “Lo que aparentemente pueda ser algo fácil para el usuario, es un proceso que para el experto en color ha llevado años de preparación y trabajo; por eso los resultados de coloración en casa suelen ser la mayoría de la veces decepcionantes ¿Quién no ha querido pasar de morena a rubia de manera inmediata con la aplicación de un tinte en casa? Recuerdo a una cliente que cayó en ese error y lo que se hizo fue un desastre, ¡me llevo horas arreglar ese destrozo! Recordad, pasar de un cabello coloreado en tono oscuro a un tono más claro, no es un proceso sencillo”.

En esto coincide también David Lorente (c/ García de Paredes, 76 Madrid). “A todas os gusta jugar a ser peluqueras alguna vez en casa. Parece divertido y fácil pero esa fase creativa luego nos trae de cabeza a los peluqueros. Por muy fácil que pueda parecer, para aplicar un tinte, aunque sólo sea para tapar la raíz, hay que saber lo que se tiene entre manos: pelo y productos químicos”. Lo malo es que a veces nos cuesta asumir nuestros errores y muchas veces “el arreglo necesita tiempo, sudor y lágrimas para los peluqueros. La aplicación tiene su orden y su protocolo, pero obviamente es la elección de tono y la mezcla en donde reside el mérito del estilista”, nos explica David. “Tengo que decir que mis clientas son bastante obedientes y buenas alumnas por lo que no arriesgan su melena que tanto les importa haciendo sesiones de DIY en casa. Pero cuando se ha dado un caso, es lo que más dolor de cabeza me da, ya que arreglar un cabello decolorado, un tinte mal dado, un tono inadecuado o un cabello literalmente partido conlleva un trabajo de chinos y generalmente tiempo”.

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Y es que no caemos en que no basta con teñir encima con otro color. “A veces tenemos que oscurecer para luego aclarar, otras hacer un barrido de color para quitar un negro azabache y en los casos más drásticos cortar por lo sano la melena. La colorimetría y el conocimiento del cabello con el que se trabaja son la base de un buen trabajo de color y los estilistas nos adelantamos a ver el resultado, somos videntes del color y sabemos el comportamiento de un tipo de cabello ante un color determinado. Hay que seguir un patrón porque si no, el resultado puede variar: color diferente en la raíz y en las puntas, zonas en las que no ha cubierto, lunares de diferente color… Por otro lado, y bastante importante no sólo en cuanto a estética sino también en cuanto a salud, está la medida de las cantidades, controlar los volúmenes o el tiempo de exposición, que son los principales aspectos que provocan el desastre capilar homemade como un cabello quemado o partido”.

Pero no todo es cuestión de color. Diana Daureo (c/ del General Pardiñas, 95 Madrid) lo tiene bien claro: las clientas que abusan de la plancha de forma continuada y excesiva son las que más quebraderos de cabeza le dan. “Esto es la pescadilla que se muerde la cola. Se empieza a usar porque deja el pelo peinado y es rápido, y acabas usándola tanto que si ya no la usas, es inviable salir a la calle con el pelo medio ‘frito’ de tanto uso. Y es más: la plancha trabaja a muy alta temperatura, así que si a diario le damos 4 o 5 pasada al mismo mechón, este se resiente mucho y llega un momento que ni cortando la puntas podemos arreglarlo”. Pero eso no es todo, otra cosa muy complicada de solucionar son esos cortes de flequillo que nos hacemos en casa “con tijeras de cocina o con las de las uñas”, explica Diana. “He visto de todo y evidentemente no siempre tiene arreglo. Hay veces que lo retocamos y logramos mejorarlo, pero en otras ocasiones hasta que no crezca... no hay solución.