Pocos profesionales del deporte se atreven a gritar a los cuatro vientos que desafían a la genética. Los entrenadores personales, por ejemplo, suelen ser modestos con su margen de maniobra respecto a lo que la naturaleza le ha otorgado a cada cual. Pero Tracy Anderson (Indiana, Estados Unidos, 1975) ha hecho bandera de su reto al físico, cambios hormonales incluidos. “Soy capaz de hacer ingeniería con los músculos y conseguir que cualquier mujer tenga el cuerpo que quiera, independientemente de su constitución”, promete. Es más, asegura que si quisiera podría estilizar el tipo de la mismísima Lena Dunham y que si no lo hace es porque Jenni Konner, productora de Girls (y clienta suya) no se lo permite. Todavía.

La que fuera entrenadora de cabecera de Madonna y responsable de las figuras de Jennifer Lopez, Kim Kardashian o Shakira es también socia y preparadora personal de Gwyneth Paltrow. Sin embargo, su sueño no pasaba por gestionar una red de gimnasios. En su adolescencia se matriculó en la American Musical And Dramatic Academy de Nueva York. Quería ser bailarina, aunque no daba la talla. Literalmente. “Tenía lo que yo creía que era una relación sana con la comida. A saber: desayunaba un bol de cereales, comía un bagel con tomate y mostaza y cenaba pollo, brócoli y un brownie. Aunque si hay algo que no me saltaba era el pan con tomate y mostaza”, enumera. “Como no conseguía el cuerpo que quería, sobreentrenaba. Iba al gimnasio a diario. Mi madre incluso pidió un préstamo para pagar mis clases de Pilates”. Por aquel entonces estaban llegando a Broadway las versiones musicales de los clásicos de Walt Disney y sus compañeros de clase le decían: “Tracy, quizá tengas oportunidad de trabajar si interpretas a la tetera de La Bella y la Bestia”.

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En este punto de la historia apareció en su vida Eric Anderson, jugador de baloncesto de los New York Knicks, con el que posteriormente tendría un hijo. El deportista se lesionó y comenzó a ser tratado por un médico especializado en la espalda. “Marcó mi carrera”, sentencia Anderson. Su trabajo consistía en restablecer el equilibrio perdido en la columna mediante movimientos y no solo hiperdesarrollando la musculatura, que era lo que solía hacer la mayoría de terapeutas. Ella se ofreció a ayudarle a encontrar nuevas posturas. Y pensó: “Si esto lo puedo hacer con la espalda, por qué no intentarlo con todo el cuerpo. Nadie en el fitness había enfocado el asunto hacia el movimiento y la proporcionalidad, así fue como se gestó mi método”.

Asegura que necesitó cuatro años de investigación antes de pedir a alguien que se prestara como cobaya. “Empecé probando conmigo misma, tomando fotos de los cambios que iba experimentando. Luego busqué un objetivo ideal. En un catálogo de Victoria’s Secret me topé con el culo de Gisele Bündchen. Lo recorté y me dije: "Todas querríamos ese trasero, ¿podría conseguir que cualquier mujer, independientemente de su genética, lo tuviese?". Así fui seleccionando de aquí y de allá las partes del cuerpo que me parecían perfectas”. Estos collages cobraron vida en el pequeño gimnasio que gestionaba en Indianápolis. Luego llegó otro en Los Ángeles. A la semana de abrir ya tenía cola en la puerta y una lista de espera de varias semanas. Aunque se muestra discreta sobre este asunto, se cuenta que la agente de Gwyneth Paltrow estaba entre sus primeras acólitas angelinas. Al parecer, su cambio físico fue tan sustancial que cuando Paltrow volvió a ver a su representante la sometió a un tercer grado: “¿Qué estás haciendo? ¿Quién te ha operado?”. Solo recibió un “Nada, es Tracy” por respuesta. Así que contactó con ella para que le dejara el cuerpo que debía tener la superheroína que interpretaría en Iron Man (2008). A la actriz le sobraban, según Anderson, 15 kilos. No se han vuelto a separar. Gwyneth le presentó a Madonna, que incluso se la llevaba de gira. La historia no acabó bien. Entre acusaciones mutuas, las dos reinas rompieron relaciones.

El catálogo de estrellas que desfila por los estudios que ahora (siete años después) tiene en Los Ángeles, Nueva York y Los Hamptons es abundante y genéticamente variopinto. Desde las curvas de Jessica Simpson y Kate Hudson hasta los ángulos de Nicole Richie o la languidez de Zooey Deschanel. Por no hablar de la amenaza que se cierne sobre Lena Dunham cuando termine su contrato con HBO. Anderson no es especialmente simpática y no permite que se sigan otras dietas o métodos de ejercicio que no sean los suyos. Con ella se juega a todo o nada.