Aprovechan para hacerse arrumacos cuando creen que nadie los mira. Así que es verdad: se aman. La supermodelo estadounidense Jasmine Tookes (uno de los nuevos ‘ángeles’ de Victoria’s Secret) y su novio, el modelo danés Tobias Sorensen, se dan piquitos a hurtadillas en un loft del Greenwich Village, Manhattan. Allí han convocado a la prensa para presentar las nuevas fragancias de Calvin Klein ─Eternity Now y Eternity Now For Men─, que llegarán a las tiendas en septiembre. A Jasmine y Tobias los hemos visto darse amor muchas veces. Basta con seguirlos en Instagram, (@jastookes, @thesorensen). O sea que, por una vez y sin que sirva de precedente, gracias a ellos es la publicidad la que intenta imitar a la vida real, y no a la inversa. Sanos, deportistas, aseados… Harían las delicias de todos los suegros y suegras del ancho mundo. Y de Disney. Porque lo suyo es de cuento.

Mucho ha llovido desde 1992, cuando la firma neoyorquina escandalizó a la gente de orden con aquella célebre campaña, obra del fotógrafo Herb Ritts y protagonizada por otra parejita mucho menos ejemplar: la formada por la entonces adolescente Kate Moss y el malote/rapero Mark Wahlberg. Luego supimos que la Moss tuvo que recurrir al psicólogo para superar el estrés y rechazo que le causaba trabajar con Marky Mark.

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Ni heroin chic ni look pandillero. Nada como el amor verdadero para vender algo, y mejor si es una línea de fragancias aptas para ser… Lamidas. “Me encanta que los hombres huelan a hombre, de manera masculina. Seguro que le voy a robar su colonia”, dice Jasmine con sonrisa picarona. Tanto ella como Tobias citan aquella mítica campaña de Ck como referente. No terminan de asimilar que han entrado en la aristocracia ‘parejil’ de la marca, por la que también llegaron a desfilar Justin Bieber y Lara Stone o Ed Burns y Christy Turlington. “Para mí es surrealista. No me puedo creer que he conseguido llegar a trabajar con Ck y encima con mi novia”, señala Tobias mientras coge la mano de su chica. Para él es surrealista y no lo dudamos. Porque Tobias fue descubierto por un cazatalentos cuando era vendedor de pantalones en una tienda de la brumosa Dinamarca. De origen humilde, y marcado por una sensual cicatriz originada en una pelea con un perro, está viviendo un auténtico cuento de hadas. Él, que pensaba que acabaría trabajando en un supermercado…

Ante un nutrido grupo de periodistas venidos de medio mundo, la pareja de veinteañeros no tiene empacho en contar cómo comenzó aquel cuento. No fue hace muchos, muchos años y tampoco en un país muy lejano. Fue en 2012 y en Nueva York: Interior, noche. Chico conoce a chica en club nocturno. Chica da teléfono móvil erróneo a chico. Adrede. Chica se lo piensa mejor y, antes de que chico se vaya, le da el número bueno. Exterior, día. Cita posterior en cafetería ‘cuqui’. Paseos, bici, parques, cenas. Escapada romántica. Surge el amor eterno en un instante. Qué más se puede pedir. Sólo una cosa: que sea verdad.

A sus 27 años, Tobias está convencido: “Creo en el amor eterno, cuando uno empieza una relación lo hace pensando que va a estar con esa persona por el resto de su vida. Al menos es así como yo me lo planteo con Jasmine. Creo que vamos a estar juntos para siempre”. Jasmine, que tiene 24 años, asiente: “Diría exactamente las mismas palabras”. Y carraspea. Su mirada vaga por un piano de cola que decora una esquina del loft. Fuera, un velero pasa majestuosamente a lo lejos, frente a la costa de Nueva Jersey.

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Nacida en Orange County e hija de una estilista de moda, sus orígenes son muy distintos a los de Tobias. Es una chica de playa, de Huntington Beach, un lugar con más de 280 días de sol al año. Y a eso huele la versión femenina de esta fragancia. A verano. A alegría. A ausencia de problemas. A fiestas, a hogueras en la playa, a piscinas iluminadas de noche… “Eternity Now huele a días de verano”, sentencia Jasmine. El verano al que huele Eternity Now For Men, sin embargo, es muy distinto, recuerda Tobias: “Veranaba con mis padres en una casa en Suecia, en mitad de la nada. Por la mañana olía a hierba fresca, a bosque”. Y ya. Es lo que tiene ser danés.

La maestra perfumista Ann Gottlieb, encargada de desarrollar las fragancias, compara su nuevo aroma con la primera Eternity, creada en 1988: “Queríamos dar a la marca un empujón juvenil. La fragancia original Eternity es más antigua y huele más antigua, así que queríamos un aroma renovado. Devolver Eternity a la corriente”. ¿Conseguirán reeditar el éxito de los noventa? Aún es pronto para saberlo. Pero a Jasmine no le preocupa demasiado el futuro: “Prefiero vivir el momento”. Ya saben. La eternidad, ahora.