Desde hace algunos años, el festival de Cannes se convierte en el foco de la polémica y no precisamente por las películas que exhibe, sino por un código de vestimenta, con un tufillo algo rancio que exige a las mujeres a llevar tacones altos. Ya el año pasado, se produjo un revuelo mediático cuando en el estreno de Carol se vetó la entrada a unas señoras mayores por llevar zapatos planos. Pese a que alguna de esta señoras argumentó que debido a problemas de salud no podía calzarse tacones fueron invitadas a volver a su casa. Aunque Thierry Fremaux, director del festival, desmintió esta “normativa” vía Twitter, otros asistentes como el director Asif Kapadia, responsable del documental sobre Amy Winehouse, tuiteó que pretendieron negarle la entrada a su mujer porque no llevaba tacones, pero que finalmente la dejaron pasar.

Este año, la protagonista al respecto de esta polémica ha sido la actriz Julia Roberts, a la que hemos podido ver recorriendo la alfombra roja completamente descalza. Y es que, tal era el dolor que le estaban causando sus tacones de infarto que no dudó en quitárselos ante la sonrisa cómplice de su amigo y compañero de reparto George Clooney. Kristen Stewart también ha sido de las que han preferido cambiar los tacones por deportivas en Cannes para manifestarse en contra de esta regla no escrita del festival que exige el uso de tacones y que, según sus declaraciones, es completamente injusta. “Simplemente no puedes pedirme que haga algo que no le pides a los hombres”, declaraba la actriz a la revista Indiewire. Muchos han visto en el gesto de ambas actrices la declaración de guerra al uso de tacones altos. Y es que el problema no es cuando tú decides calzarte un zapato con tacón de aguja, el problema llega cuando te obligan a hacerlo.

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Kristen cambió los tacones por deportivas al salir de un estreno.

Hace tan solo unas semanas, conocíamos la noticia de Nicola Thorp, una británica que fue contratada como recepcionista y fue despedida por presentarse en su puesto con zapatos planos. Cuando su superior le insistió en que debía cambiar de calzado, ella se negó argumentando que resultaba una medida discriminatoria hacia las mujeres y fue despedida. Su campaña para poder exigir al parlamento británico que modifique la ley que permite a las empresas obligar a sus trabajadoras a llevar tacones altos ya lleva más de 130.000 firmas recogidas. “Obligando a las mujeres a llevar tacones estás favoreciendo a los hombres porque el calzado (plano) que ellos llevan no afecta su postura ni su capacidad de movimiento. No les crea problemas de salud a largo plazo”, ha declarado a medios como la BBC.

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Y es que incluso más allá de las heridas que todas hemos sufrido después de una jornada subida a unos stilettos, los perjuicios para nuestra salud que se derivan del uso de tacones altos son bastantes. A parte de aumentar el riesgo de caídas, el uso prolongado de tacones puede ocasionar malformaciones en pies, rodillas e incluso daños irreversibles en la columna, que en muchas ocasiones requieren pasar por quirófano.

Otro caso, también viral, es el de la foto que Nicola Gavins, una canadiense que colgó en su perfil de Facebook. En ella muestra los pies ensangrentados de una amiga camarera, después de todo un día trabajando subida en unos tacones. Nicola afirmaba que su amiga “llegó a sangrar tanto que incluso perdió una uña”. Pero lo que más indignó a las redes sociales en este caso, fue el hecho de que su amiga, a pesar de haber enseñado el estado de sus pies a su jefe, tuvo que ir a trabajar con el mismo calzado al día siguiente.

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La foto que colgó Nicola en su página de Facebook y que se ha hecho viral

En nuestro país, el año pasado, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid declaró “discriminatorio” obligar a las trabajadoras a llevar zapatos de tacón. El diario Expansión recogió la sentencia en la que también se afirmaba que el uso de tacones "es innecesario y no solo no aporta ningún beneficio ni ventaja, sino que, por el contrario,puede perjudicar la salud de las trabajadoras". El tribunal explicaba también que no hay problemas si la trabajadora se siente cómoda con zapato de tacón, pero que para aquellas que no los quieran, la empresa debe ofrecer la opción de llevar zapatos de iguales características que los uniformes de los hombres.

Y es que tal y como nos recuerdan desde la Secretaría Confederal de Mujer e Igualdad de Comisiones Obreras, "la normativa igualitaria en España prohibe la discriminación por razón de sexo: en la Ley orgánica 3/2007 de 23 de marzo para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, recoge en su artículo 6.2:

“Se considera discriminación indirecta por razón de sexo la situación en que una disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pone a personas de un sexo en desventaja particular con respecto a personas del otro,salvo que dicha disposición, criterio o práctica puedan justificarse objetivamente en atención a una finalidad legítima y que los medios para alcanzar dicha finalidad sean necesarios y adecuados”. Esto significa que solo en el caso de que la práctica esté totalmente justificada, por ejemplo se contrata a mujeres para realizar una tarea en la que sea imprescindible la utilización de este tipo de calzado por el fin que se propone". Por ello, "estas situaciones resultan inadmisibles en un Estado de Derecho que garantiza la igualdad de trato y oportunidades entre hombres y mujeres. Estas conductas revelan prejuicios sociales que impiden un acceso y promoción igualitario al empleo."