Josephine Esther Mentzer nació en Queens (Nueva York) en 1906. Aunque, al igual que sus ocho hermanos, estaba predestinada a trabajar en la ferretería de su padre, ella siempre estuvo más interesada en el negocio de su tío, farmacéutico y dermatólogo. De su mano comenzó a mezclar y elaborar fórmulas cosméticas que, poco a poco, fueron abriéndose hueco en el mercado gracias a novedosas estrategias que ella misma puso en marcha. Estos son los motivos por los que cualquier amante de la belleza debería estarle agradecida:

Las muestras gratuitas
Poco después de fundar la compañía que llevaba su nombre, Estée Lauder decidió buscar una agencia de publicidad que ayudara a posicionar la marca, pero todas la rechazaban por el pequeño tamaño de la cuenta. Por este motivo, Lauder decidió invertir los 50.000 dólares de presupuesto para publicidad en muestras de producto para repartir entre sus clientes. La medida, todo un éxito, fue adoptada por sus competidores y hoy en día es casi un estándar en el sector.

El regalo por compra
En una estrategia similar a la anterior, Lauder instauró la costumbre de ofrecer un regalo por cada compra realizada. Esta medida se inició con la llegada de la marca a la famosa tienda Sacks, en la Quinta Avenida. En dos días, Lauder había agotado su 'stock' al anunciar que se regalaría una polvera con cada producto adquirido.

Cosméticos con nombres evocadores
A medida que su imperio crecía, Estée Lauder comenzó a darse cuenta de que el éxito de sus barras de labios dependía en gran medida de sus nombres. Las descripciones gráficas y honestas eran lo que Lauder buscaba: así 'Dancing Red' era un rojo de labios perfecto para la noche y 'All Day Rose', un rosa claro pensado para mujeres trabajadoras.

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Algunos de los nombres de la barra de labios Re-Nutriv, creada en los años 60.

Una rutina de 3 minutos
Los años 50 y 60 supusieron un completo cambio en la vida de la mujer norteamericana, que comenzaba a abandonar su papel de ama de casa y se adentraba en el mundo laboral con paso lento pero seguro. En este escenario de cambio, Lauder diseñó rutinas de belleza de tres minutos de duración con las que pretendía instruir a las mujeres a transformar su aspecto mientras viajaban en tren, subían a un ascensor o caminaban por la calle.

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Barra de labios ’Pure Color Envy Shine’ (30 €), de Estée Lauder.

Productos caros, pero eficaces
En 1956, Lauder lanzó su crema más lujosa hasta la fecha, Re-Nutriv, a un precio de 115 dólares por tarro (que hoy en día equivaldrían a unos 1000 dólares). ¿Cómo convencer a sus clientes de que un producto tan caro merecía la pena? Ella lo hizo con esta frase: '¿Por qué invertimos tanto dinero en un Picasso? El lienzo cuesta 2,75 dólares y cada bote de pintura, 1,75. ¿Por qué gastamos, entonces, auténticas fortunas por él? Lo que estamos pagando es la creatividad y la experiencia'.

Multiusos
En una época en la que perfumarse era exclusivo de ocasiones especiales, Lauder ideó Youth-Dew, un aceite de baño perfumado que hacía las veces de fragancia. Así, conseguía que las mujeres llevaran perfume a diario y pudieran comprárselo por si mismas, al no ser considerado un producto de lujo como los frascos de esencias, cuya compra dependía en muchos casos del hombre.