Nutricionistas de todo el mundo lo avalan y, cada vez más, son los libros que se escriben sobre esta nueva técnica para perder peso. Pero, ¿en qué consiste realmente el ayuno intermitente? Se trata de un modelo nutricional basado en periodos de ayuno y periodos de ingestión de alimentos. Hay muchos beneficios para el organismo y la salud ya corroborados, aunque las dudas que plantea este método son múltiples.

Este modelo presenta diferentes tipos de ayuno, aunque el más común es el ayuno 16/8, que consiste en alternar un periodo de ayuno de 16 horas con otro de alimentación 8 horas. Es decir, en este modelo nutricional, podríamos hacer una comida a las 14:00 y, durante todo el día, no ingerir ningún alimento sólido (solo se permite agua e infusiones) hasta la cena, que podría hacerse a las 21:00 horas.

Los expertos en nutrición hablan de grandes beneficios como consecuencia de su práctica, como el restraso del envejecimiento, la pérdida de grasa o la limitación del crecimiento del crecimiento de células cancerígenas. Sin embargo, la palabra ayuno intermitente nos sigue creando un mar de dudas. Para resolver todo lo que engloba a esta nueva tendencia en alimentación, hablamos con una especialista. Rocío Maraver, dietista y nutricionista y autora del blog Mamá, quiero ser nutricionista, resuelve las dudas más frecuentes en torno al ayuno intermitente.

¿Al pasar muchas horas sin comer, no sufrimos el riesgo de padecer mareos, desmayos, hipoglucemias, etc?

Este es uno de los mayores miedos que posee la gente y que ha hecho que hagamos comidas cada 3 horas. La realidad es que no necesitamos ingerir alimentos cada 3-4 horas para mantener un aporte adecuado a las células y poder rendir tanto fisica como mentalmente. De hecho, podemos estar incluso 84 horas sin ingerir alimentos, ya que nuestros niveles de glucosa se mantienen constantes a través de la acción de la epinefrina (también conocida como adrenalina). Obviamente, en ningún momento de la dieta estaremos 84 horas en ayunas, pero nos podemos hacer una idea de que nuestro cuerpo tolera el estar sin ingerir alimentos durante más de 5 horas sin tener repercusiones.

Pero, ¿es sano despertarse y no desayunar?

A diferencia de lo que muchos creen, realizar un desayuno con un gran aporte calórico y alto en carbohidratos (como es habitual en nuestros días) no aporta ningún beneficio a la hora de aumentar el uso de la grasa corporal como fuente de energía, nuestro gasto energético en reposo, o la grasa corporal perdida. La elección de desayunar o no debe basarse en temas de saciedad o comodidad y nunca por creencias de que perjudicará a nuestro metabolismo o nuestra meta para perder grasa, así como creer que nos ayudará en la prevención de enfermedades como la diabetes y la obesidad.

En resumen, no desayunar no tiene inconvenientes como muchos dicen. De hecho, nuestros desayunos actuales pueden ser un factor importante en temas de sobrepeso o diabetes.

¿Qué riesgos existen con este tratamiento?

El principal objetivo con el que se utiliza este protocolo es para ayudar en la pérdida de grasa. Sin embargo, el principal hándicap que se presenta en la perdida de grasa es que suele acarrear la pérdida de masa muscular debido al importante déficit calórico que se crea. Por tanto, debemos diferenciar entre los efectos que se dan a corto plazo y los que se dan a largo plazo con este protocolo.

Esto se debe a que ciertos protocolos no influyen de forma negativa cuando hablamos de horas o días, pero sí puede darse pérdida muscular si se mantiene durante un tiempo prolongado. Ejemplo de ello es el ayuno. Por ello se recomienda no hacerlo más de 6 días por semana, o alternar días de mucha restricción calórica (25% de las calorías totales necesarias) con días normo calóricos.

De todas formas, el ayuno de horas (inferior a 24 horas) no produce pérdida muscular, ya que en ese tiempo el glucógeno hepático ayuda a abastecer los requerimientos de glucosa que pueda necesitar nuestro organismo, como puede ser mantener la glucemia sanguínea o eritrocitos (células sanguíneas).

¿Qué beneficios tiene en la pérdida de grasa usar este protocolo en lugar de una dieta habitual?

Es más cómodo en la reducción calórica ya que es más difícil que el paciente se pase en calorías. De hecho, la persona suele acabar consumiendo menos calorías de forma involuntaria, ya que al reducir el número de comidas, se suelen hacer comidas más abundantes, por lo que el individuo se saciará antes de haber consumido la que debería ser su ingesta calórica diaria y le será más sencillo perder peso. También suele haber mucha gente que prefiere no comer en unas horas que estar siempre pensando en calorías. Este protocolo hace a las personas sentirse más libres a la hora de organizar sus comidas, ya que (ya sea por costumbre, trabajo o apetito) hay muchas personas que prefieren no desayunar, y adoptar este método puede ser incluso más cómodo que obligarse a hacerlo.

Por último, una vez controlado el ayuno en el paciente y la inclusión de ejercicio, la pérdida de grasa mejora aún más.

¿Es igual de efectivo en todas las personas?

Esta opción no es aconsejable para todo el mundo. De hecho, hay quien, los primeros días, puede notar mayor cansancio en las primeras horas del día, o deportistas que deben hacer comidas más copiosas, pueden tener sensaciones de pesadez y malas digestiones si concentran sus comidas del día en dos muy abundantes.

Además, como primera opción no se recomendaría a personas con antecedentes en TCA, gente con ansiedad por comer, o personas con desregulaciones de glucosa. Aunque después de haber hecho el protocolo, las personas propensas a trastornos alimentarios disminuyen atracones o vómitos (bulimia).

En resumen, si se realiza correctamente, bajo supervisión nutricional o médica, y con una educación nutricional previa realizada para evitar atracones insanos, no habría ningún peligro.