Si estás esperando una respuesta afirmativa, lo siento. Este artículo no te va a gustar. No hay más que recurrir al saber popular: todo lo bueno engorda. Porque sí, para qué nos vamos a engañar, pocas personas rechazarían una hamburguesa con patatas al entrar en un McDonald's, o cualquier otra cadena del estilo, donde nuestro sentido del olfato se convierte en el del mejor de los sabuesos, siendo capaz de rastrear hasta el paradero del último McFlurry. Ahora bien, eso no quiere decir que sea saludable.

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"Según las últimas estadísticas, más de 68 millones de personas en el mundo comen cada día, por ejemplo, en restaurantes McDonald's y se sirven 75 hamburguesas por segundo. ¡Eso es éxito! ¿La otra cara de la moneda? Este tipo de alimentos contienen una alta proporción de grasas, sal, azúcares, condimentos y aditivos alimentarios, que se utilizan para potenciar el sabor, la sed y el apetito, muy convenientes desde el punto de vista comercial. Nada recomendables para la salud", advierte la doctora y experta en nutrición Isabel Belaustegui Trías.

Sobre esto, explica que cada vez más estudios científicos demuestran la relación entre la comida basura y la obesidad (especialmente, la infantil), las enfermedades cardiovasculares y la diabetes. "Aún hoy, los restaurantes de comida rápida han sabido adaptarse a la perfección a estos tiempos frenéticos en los que uno de los bienes más cotizados es el tiempo, queremos todo ya y, por supuesto, a un módico precio. Sin embargo, afortunadamente cada vez hay más franquicias de comida rápida y saludable. Sobre todo, en grandes ciudades", añade la experta.

Pero, ¿y si tenemos la opción de ir a un restaurante healthy?

"Cuando seguimos una dieta sana y equilibrada en el día a día, no pasa nada si alguna vez nos la saltamos. En ese caso, nuestro organismo está en condiciones de gestionar los alimentos desfavorables, las toxinas y los productos de deshecho", asegura la doctora Belaustegui. De hecho, asegura que a sus pacientes les aconseja, de vez en cuando, darse un capricho. "Es una forma de aliviar la tensión y evitar que vean la comida como una enemiga", añade.

Aunque si van a ser citas frecuentes, lo mejor es aprender a minimizar el daño. Para ello, la experta recomienda priorizar la carne y prescindir del pan de la hamburguesa, pedir ensalada de guarnición en vez de patatas fritas y renunciar al postre y los refrescos. "Las ensaladas pueden ser una buena opción, siempre que no se bañen en salsas o se aliñen en exceso", aclara.

En este sentido, recuerda que la comida basura se elabora a partir de alimentos de poca calidad, incluyendo las temidas grasas trans, unas de las sustancias más pro-inflamatorias que existen. Por no hablar de que son conservados y servidos en recipientes de plástico que, tal y como afirma la doctora, "hoy sabemos que los plásticos no son inocuos. Liberan sustancias perjudiciales para la salud, como los disruptores endocrinos, que imitan a las hormonas y pueden provocar alteraciones de la fertilidad o del desarrollo genital".

No obstante, si quieres comer de manera saludable, sin perder tiempo, ni gastarte mucho dinero, solo tienes que hacer una cosa: aprender a cocinar. "Ya en el imperio romano se decía eso de la cocina es la mejor medicina. Además, no sólo es importante qué comemos sino cómo preparamos los alimentos y los combinamos entre sí. E, incluso, cómo los masticamos y los saboreamos", dice Belaustegui.