¿Puede un trozo de espuma, una cámara de aire o un trozo de gel amortiguar mejor que toda una estructura esquelética, muscular y tendinosa evolucionada desde hace millones de años y que trabaja continuamente? Con esta pregunta, el director de salud de Zagros Sports La Moraleja, Miguel Ángel Rodríguez, reabre el debate sobre el uso, o mejor dicho, el no uso, de las zapatillas de deporte para correr.

A pesar de que la costumbre, el sentido común, y la perseverancia de las madres se haya basado en la importancia de no ir por ahí con los pies descalzos, algo que tenemos más que interiorizado, y que refuerza el placentero acto de irse a comprar las zapatillas más bonitas del stand. No obstante, como explica el experto, "a pesar de la imagen de desprotección que puedan dar unos pies descalzos, su disposición posee arcos y bóvedas en su estructura ósea, así como un útil entramado muscular y tendinoso, que preparan y protegen el cuerpo para recibir cualquier impacto que se pueda producir durante la carrera". Es decir, que es el propio cuerpo el encargado de amortiguar los golpes, permitiendo a la piel adaptarse a los distintos terrenos para evitar molestias.

De la misma manera, prescindir de las zapatillas al correr hace que trabaje todo el cuerpo, involucrando a toda la musculatura. “Este mayor esfuerzo permite a los músculos desarrollarse hasta su máximo potencial, sobre todo abdominales, lumbares y todos los músculos de las piernas”, señala Rodríguez. Ayudando a su vez a aumentar el gasto calórico. Es decir, que será más efectivo hacer running descalzo si se tiene la intención de perder peso. Y no solo eso, también Marcos Vázquez, fundador de Fitness Revolucionario, es un firme defensor de dejar los pies ‘libres’ para, entre otras cosas, evitar lesiones, aludiendo a la pérdida de estabilidad, el empeoramiento de la postura corporal y la tensión que genera en la fascia. “Además, correr descalzo conlleva estar mucho más atento a cualquier incidencia del terreno para esquivar posibles peligros. La mente está más centrada en el momento de la carrera y se puede mejorar el auto-conocimiento del cuerpo optimizando la técnica de carrera”, añade el experto.

¿Cómo se hace?

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1. Apoyando primero los metatarsos, casi de puntillas, evitando que el talón impacte sobre el suelo. Justo al revés de lo que se hace con las zapatillas convencionales, pensadas para apoyar todo el pie, asegura el director de Zagros Sports La Morelaja. Este movimiento, aunque implique en mayor medida el trabajo de los gemelos, con el entrenamiento acabarán cogiendo fuerza mejorando las sensaciones.

2. Dejando que el cuerpo se adapte a los distintos terrenos. Lo ideal sería empezar por césped (natural o artificial) o arena dura de playa, para pasar, por ejemplo, a carreteras bien pavimentadas. “Cualquier superficie es válida, pero no son igual de agradables”, dice Rodríguez.

3. Pocos kilómetros y poca zancada. Igual que hay que empezar con recorridos cortos hasta ir aprendiendo a correr sin necesidad de utilizar zapatillas, también es necesario hacer zancadas más cortas que reduzcan el impacto contra el suelo.