La preocupación por nuestra salud, bienestar, y por mantener unos hábitos de vida saludables en términos de alimentación y actividad física sigue en aumento. Por eso, nos interesamos cada vez más por temas de nutrición, por composición de alimentos y queremos saber cómo afecta cada nutriente en nuestro organismo. Y a media que comenzamos a indagar, bien porque queremos perder unos kilos o, simplemente, por llevar una alimentación saludable, hay dos palabras que aparecen siempre como prohibidas o que, al menos, general controversia a la hora de ser consumidas: grasa y azúcar.

Los mitos siguen siendo los grandes enemigos de la educación nutricional y, precisamente en este ámbito, dan lugar a muchos errores a la hora de alimentarnos y elaborar nuestras dietas diarias. Porque, antes de seguir con el artículo, cabe hacer una declaración: ni la grasa ni el azúcar son tan malas ni son las principales culpables de tus subidas de peso. Al menos, no en todas sus formas.

La dietista y nutricionista Rocío Maraver nos aclara todas las dudas existenciales sobre estos dos conceptos que perturban a un gran porcentaje de los interesados en materia. El primer punto a aclarar es que, tanto el azúcar como la grasa tienen varios tipos y formas de actuar, unas muy saludables y necesarias para solventar las necesidades de nuestro organismo y otras, sin embargo, bastante perjudiciales, que suelen ser las que comúnmente han sido tachadas de la lista de la compra. Por ejemplo, las grasas se diferencian entre saturadas (sólidas a temperatura ambiente y presentes en alimentos de origen animal y origen vegetal como el aceite de coco o el de palma), o insaturadas (que son líquidas y se encuentran en el pescado azul, muy rico en ácidos grasos omega 3 y alimentos de origen vegetal como el aceite de oliva),

Por otro lado, y pese al desconocimiento generalizado, el azúcar no es más que un tipo de hidrato de carbono, lo que supone un macronutriente principal y que aporta niveles muy altos de energía. El problema, como ocurre en el el caso de la grasa, está en el tipo de hidratos de carbono que ingerimos, ya que estos se encuentran en la mayoría de los alimentos vegetales (frutas, verduras, hortalizas y legumbres) y lácteos y, todos ellos, son la forma principal de almacenamiento y consumo de energía por nuestro organismo. Sin embargo, aquí el problema viene en la forma que nuestro cuerpo tiene para procesarlos. Tal y como nos explica, de forma técnica y clara, la nutricionista Rocío Maraver: "Cuando tomamos hidratos de carbono los niveles de glucosa en sangre se elevan. Como respuesta a este estímulo, las células beta del páncreas secretan insulina para volver a normalizarlos. La glucosa que se retira de la sangre se almacenará en el hígado y en el músculo en forma de glucógeno para ser utilizado más adelante cuando sea necesario. Si aun tenemos bastante glucosa en la sangre, nuestro cuerpo la va a retirar para normalizar los niveles y la va almacenar en forma de grasa".

En este sentido, entendemos que es erróneo pensar que al consumir grasa almacenamos grasa e ídem con el azúcar, sino que "al tomar muchos azúcares, en forma de hidratos de carbono de carga glucémica alta, el cuerpo forma su propia grasa", nos aclara la especialista.

Además, Rocío Maraver hace hincapié en el origen de estos nutrientes; es decir, la calidad de los alimentos que contienen esas grasas y azúcares. "En el caso del azúcar no es lo mismo el efecto que produce el azúcar de un vaso de leche o un yogur presente de forma natural como lactosa, el azúcar de un trozo de pan integral o el azúcar de una fruta que el azúcar refinado que se le añade a un refresco o cualquier otro alimento ultraprocesado". Lo mismo ocurre en el caso de la grasa, "las grasas que debemos evitar son las grasas trans. Estras grasas son grasas artificales que se han creado por un proceso de hidrogenacion de las grasas vegetales. Se producen para alargar la vida de productos procesados como la bollería, las galletas, la margarina u otros productos de comida rápida", añade la especialsita.

Es decir, no hay una respuesta afirmativa o negativa a la pregunta que planteamos inicialmente de si debemos apartar la grasa y el azúcar de nuestra dieta, ya que lo importante es conocer el origen de ambas y tomarlas en sus formas saludables, cuando están presentes de forma natural en un alimento porque, además, son necesarias porque aportan nutrientes esenciales para nuestro organismo.