Hace escasas semanas Internet se tambaleaba con la enésima tontería que sólo puede impactar en el universo de los gifs de gatos: el dad bod. Para aquellos que hayan pasado el último periodo de su vida sin wifi, el dad bod es una “nueva” tipología dentro del cuerpo masculino cuyo máximo representante es Leonardo DiCaprio bebiendo una cerveza tras otra en su yate rodeado de modelos. Porque el dad bod, término acuñado por MacKenzie Pearson en un artículo para The Odissey se refiere al clásico cuerpo de padre o, en palabras de la creadora: “Es el equilibrio perfecto entre la barriga cervecera y el cuerpo de gimnasio. Un dad bod diría “voy al gimnasio de forma ocasional pero bebo mucho los fines de semana y disfruto comiendo ocho trozos de pizza”. Adiós metrosexuales, lumbersexuales y demás especies masculinas. El dad bod, el tío que ha esperado sentado en el porche de Iowa cerveza en mano a que su cuerpo se pusiera de moda por fin lo ha conseguido.

El término se ha popularizado en España, en parte, debido a sus gloriosas “traducciones” que convierten al tipo que tradujo Die Hard por Jungla de Cristal en toda una eminencia del mundo de la ficción. Porque como “cuerpo de padre” no sería un titular llamativo, las mejores plumas de España se pusieron manos a la obra para crear la versión definitiva: fofisano parece ser el número uno del ranking, gordiflaco le sigue de cerca, fofibueno tiene algún que otro seguidor y lorzalamero ha conquistado muchos corazones.

Bromas aparte, una de las mayores críticas suscitadas por el artículo de MacKenzie Pearson es el machismo latente en la descripción de dad bod: un tío que no se cuida y al que le da igual el qué dirán debería convertirse en tu hombre ideal porque “no nos intimida y por tanto, no nos hace sentir inseguras” , “nos convierte en la guapa de la relación” (qué detalle), “son mejores para abrazar” (mejores que un cactus, seguro), “aplauden un menú barato” (¿qué?) o “sabes exactamente lo que tienes, un dad bod siempre será un dad bod, su cuerpo no cambia”. Lo que podría haberse publicado en una revista femenina de 1940 consiguió romper Internet como si de las nalgas de Kim Kardashian se tratara.

El desembarco de la gordibuena

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La modelo Ashley Graham

Sucedió también, en torno al debate del fofisano, que pronto se empezó a reivindicar otra figura. Esa que quizás tiene una excusa con más peso –en concreto, alrededor de 3 kilos- que las cervezas o la ausencia de gimnasio para tener un cuerpo de madre: el mom bod. Y como en español nos gusta hacer todo muy nuestro, el mom bod pronto derivó en la gordibuena. Con matices, eso sí: realmente la palabra gordibuena – nacida en Latinoamérica- lleva más tiempo entre nosotros que el fofisano, pero ha sido a raíz de la aparición de este cuando ha aumentado su popularidad.

Para entender el fenómeno de la gordibuena viajamos a la web WeLoverSize, una página de filosofía body-positive que lucha activamente en las redes contra la gordofobia. En un primer artículo, publicado por Beatriz Romero el 3 de diciembre de 2014 y titulado “Cinco rasgos característicos de la gordibuena” encontramos la siguiente definición: “para identificar a una gordibuena basta con verla y que te guste” pero yendo más allá, sus cinco rasgos principales son tener una cara bonita, un cuerpo proporcionado, ganas de sacarse partido, el guapo subido y mucho sentido del humor.

Esta amable definición pronto desató la polémica, como apuntaba Magda Piñeyro, autora del blog feminista La Doble Efe en su entrada “Las gordibuenas y su ritual de salvación”, existe una gran diferencia entre romper la norma o agrandarla. Y la popular definición de gordibuena dada en un primer momento por WeLoverSize se incluía dentro de la segunda. “La gordibuena es una gorda que cumple ciertos cánones de belleza oficialmente establecidos a la que se le "perdona" su gordura y por eso -por cumplir todos los demás criterios- le es permitido entrar al "club de las bellas" (las privilegiadas de la norma). En este sentido, se amplía la norma y caben unas cuantas gordas, pero el resto de gordas seguimos quedando fuera”, escribía Magda Piñeyro en su blog.

Destacaba también la autora de La Doble Efe, la inevitable tendencia a polarizar: si existe la gordibuena, existe inevitablemente la gordimala. Es decir, un montón de mujeres que siguen sin encontrar “su sitio” agrandando esa norma general dando cabida a más mujeres que, en el fondo, siguen siendo juzgadas por sus características físicas, cuando el verdadero mensaje debería ser el de que el físico no debería ser motivo de exclusión ni rechazo.

Y basta rascar un poco en la red de redes para descubrir que lo que nació en un principio como un canto a los distintos tipos de cuerpo femenino pronto se ha convertido en otro reclamo más para el género masculino. En concreto, el diario Qué! publicaba una pieza titulada “Diez gordibuenas que les vuelven locos” para poner cara y cuerpo a este prototipo de mujer “tan malintencionadamente ignorado por las diferentes industrias”. La sorpresa llegaría al descubrir quiénes son estas “gordibuenas”: Christina Hendricks – la actriz que interpretó a Joan Harris en Mad Men, elegida en varias ocasiones como la mujer más sexy del año y posiblemente, la encarnación de Jessica Rabbit en la tierra -, la cantante Jennifer López o la modelo Kate Upton. Juzguen ustedes mismos.

Como rectificar es de sabios, en WeLoverSize pronto respondieron a las críticas explicando con más detalle su entender sobre el fenómeno de la gordibuena mediante otro artículo titulado “¿Qué es una gordibuena para WeLoverSize?” , en él, desgranaban no sólo su entender sobre la controvertida palabra, sino toda una filosofía de vida: “Aburridas de tener que agachar la cabeza cuando nos insultan desde un coche, de asumir que tendremos que vestir en chándal porque Amancio Ortega no quiere fabricar nuestra talla o de lamentarnos por las esquinas porque los chicos las prefieren delgadas, ha surgido un movimiento que incita a la mujer a quererse por encima de todo esto. Mujeres que saben que su valía va más allá del número que marca la báscula y que están dispuestas a pasarse por el forro lo que digan los haters (que dirán, y mucho)”.

La polémica está servida. Si el fofisano ha llegado para quedarse sólo el tiempo lo dirá. O quizás quede en simple anécdota y en excusa para no meter barriga en las fotografías de playa. El debate en torno a la gordibuena tiene seguidores y detractores, pero a su favor huelga decir que, al menos, ha generado controversia y opinión en torno a un tema que siempre resulta tabú: el peso y los diferentes tipos de cuerpo dentro del amplio abanico femenino. O, quizás, como apuntaban en el artículo de WeLoverSize unas líneas más abajo, el debate torne hacia un punto más interesante: "no son las curvas lo que están de moda, es la seguridad en una misma, la actitud".