Las redes sociales están democratizándolo todo, hasta el fitness. Y está bien. ¿Quién no querría tener una especie de gurú a distancia? Un entendido en salud y bienestar que sirva de guía y haga las veces de predicador del mens sana in corpore sano. Todos hemos acabado, queriendo o por error, en uno de estos perfiles. Vídeos diarios con prácticas deportivas, imágenes con platos siempre verdes, tips de nutrición y bebidas mágicas... Personas que viven inmersas en un micro cosmos que intenta expandirse, muchas veces, sin atender a razones – y las personas, a menudo, somos distintas y necesitamos de cierta precisión en cuestión de recomendaciones.

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Celia Learmonth, autora de London Fitness Guide, es una de esas gurús que antes mencionábamos. Con sólo 21 años, Learmonth amasa una hornada de 20.000 seguidores en Instagram. En su web, tantos más. "Quiero aprender a vivir y amar cada día como venga. En busca del nirvana mágico que todos soñamos, del equilibrio perfecto", reza la introducción del site. En pocos años, Celia y todos cuantos como ella hacen apología de la vida sana, se han convertido en auténticos educadores – sus palabras, van a misa. Y no debería. No cuando no se cuenta con la experiencia necesaria para mentar a nadie. Estos días, el diario inglés Daily Mail publicaba una noticia sorprendente: Learmonth, reina británica del fitness vía redes sociales, está enferma. "Estoy tratando de obtener ayuda. Padezco un trastorno alimenticio", concedía. "Siempre he querido ser lo más auténtica y honesta posible y esta es la verdad. No soy perfecta. Soy un trabajo en proceso y quiero que la gente sepa que estoy enferma". El diario, además, incluía informaciones a cerca de la rutina diaria de Learmonth, asegurando –mediante declaraciones de personas cercanas a la deportista– que ésta practicaba seis horas diarias de ejercicio y, muchas veces, su menú no incluía más que huevos escalfados, un aguacate y pan tostado.

Lo verdaderamente alarmante es que este caso no está aislado. Basta con mirar a Rachel Brathen, la yogui de Instagram por derecho propio. O a Jen Selter, Izabel Goulart... Docenas de casos. Docenas de personas que, poco conscientes del alcance de su misiva, deberían cuidar el mensaje que propagan. "No están lo suficientemente formados", concecía al diario Poppy Cross, experta en la materia."Animar a otros a llevar un estilo de vida activo y equilibrado está bien. Si se hace poco ejercicio físico, el riesgo a padecer enfermedades del corazón aumenta considerablemente (...) Sin embargo, me siento obligada a ser honesta. No puedo hablar en nombre de esas estrellas antes mencionadas, pero en la comunidad del fitness y los blogs, el photoshop es muy común. Tanto como el vender prácticas que no se llevan a cabo. Y que no deberían llevarse a cabo bajo ninguna circunstancia sin supervisión". Una tendencia que es más peligrosa de lo que parece a simple vista.

El hashtag #fitspo –un acrónimo de fitness e inspiración– es un ejemplo de que se debe tener cuidado. Similar al #thinspo –delgadez e inspiración, ya prohibido en Instagram–, ¿es la afición al deporte el desorden mental más acusado hoy? Psiquiatras de todo el mundo opinan que sí, que lo es. Más aún con redes sociales de por medio. Learmonth admite al Daily Mail que el riesgo que entraña la promoción de la práctica desmesurada de deporte radica fundamentalmente en el desconocimiento generalizado que existe sobre la materia. Si los consejos son pobres y caen en manos inexpertas, el caos se desatará inevitablemente.