Los cánones de belleza no solo afectan a las mujeres. En una sociedad en la que el cuerpo femenino ha sido mirado con lupa durante años, siendo juzgado por el peso, el envejecimiento de la piel, las marcas de la edad y los cambios hormonales o provocados por el embarazo, el hombre ha desarrollado una serie de complejos en la sombra. El más común, consecuencia indirecta del machismo, es el de la falta de masculinidad. La mujer no ha sido la única víctima de la misoginia, sino que al hombre, en esa misma escena, se le ha adjudicado el rol de macho, de hombre de la casa, de rudo e incluso bruto, carente de habilidades artísticas y ausencia de emociones. Una serie de cualidades que, de no ser innatas, se ha visto obligado a desarrollar. Los chicos no lloran, tienen que pelear, decía la canción; un ejemplo más que perfecto del duro estereotipo en el que se ha visto encasillado el género masculino. Porque, durante años, la masculinidad ha ido ligada a la condición heterosexual (y los tópicos relacionados con esta) dando por hecho que para ser hombre, hay que demostrar tener mucho más que los genitales masculinos.

La marca de desodorantes AXE realizó un estudio sobre el complejo de masculinidad en España que corroboraba esta falta de autoestima por parte de los hombres. De hecho, solo el 40% de los encuestados reconocían sentirse atractivos y, en referencia a la presión de aparentar masculinidad mencionada anteriormente, el 20% afirmó su preocupación al respecto, hasta el punto de evitar llevar a cabo algunas actividades consideradas "menos masculinas" por la sociedad. Unos resultados reveladores, que concluían que 1 de cada 4 hombres españoles se esfuerza a diario por parecer más masculino de lo que realmente se siente. Una conclusión que corrobora que la mujer no ha sido la única víctima del machismo.

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Ashton Kutcher en American Playboy. ©IMDb

Y es que el complejo de masculinidad ha hecho que los hombres se priven de disfrutar de muchos ámbitos de la vida. Tanto a la hora de sentirse libres a la hora de hablar, actuar o tomar decisiones importantes, como en aspectos tan básicos como el disfrute de la pareja, los hijos y el entorno en general. Porque detalles como la elección de la ropa de los niños, el hecho de aprender a peinar a sus hijas o, simplemente, encargarse de su crianza, educación y crecimiento, han sido obligaciones relegadas a la figura materna.

Sin embargo, esta autocensura por parte del sector masculino no implica que los complejos o la preocupación por el aspecto físico no hayan existido, sino más bien todo lo contrario. La preocupación de los hombres por la caída del pelo, la falta de volumen en brazos y pectorales o la aparición de la temida 'barriga cervecera', existen desde que el hombre es hombre. La diferencia entre hace un par de décadas y la época actual es que, igual que poco a poco estamos acabando con la obligación de cumplir unos cánones de belleza entre mujeres, también estamos viviendo una ruptura del estereotipo masculino.

Por eso, cada vez son más los hombres que reconocen sus complejos, hablan libremente de sus defectos y acceden a mejorar aquellos aspectos de su cuerpo con los que no están contentos. Y esto no solo está ocurriendo con aspectos más comunes como la alopecia o el aumento de la masa muscular, sino que algunas preocupaciones que hasta ahora parecían exclusivamente femeninas (arrugas, signos de cansancio, manchas en la piel…) están despertando también entre el género masculino.

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Fotograma de la serie New Girl. ©IMDb

Entonces, ¿qué es lo que más preocupa a los hombres en referencia a su aspecto físico? Carlos de Hoyos, director de operaciones del centro de belleza y estética Tacha Beauty, asegura que, actualmente, los servicios más solicitados por hombres son tratamientos corporales que ayuden a definir y eliminar la grasa de la zona abdominal y, por otro lazo, tratamientos faciales que eliminen impurezas y reafirmen la piel del rostro. Sin embargo, y dependiendo de la edad, el género masculino se decanta más por unos servicios u otros. Por ejemplo, los más jóvenes (entre 16 y 20 años), reclaman tratamientos purificares para combatir el acné y las impurezas de la piel; entre los 30 y 40 años, los varones ya se decantan por tratamientos de hidratación y antifatiga; y, a partir de los 40, solicitan tratamientos antiedad para la piel, así como tratamientos corporales para combatir la grasa localizada alrededor del abdomen.

La conclusión es que, si bien esta información corrobora lo que ya sabíamos (su preocupación por la aparición de barriga y la caída del pelo), también es cierto que el deseo por corregir lo que consideran defectos y apuntarse a diferentes tratamientos estéticos ha proliferado con el paso de los años. Tal y como nos cuenta Carlos de Hoyos, "el aumento de clientes masculinos ha sido notable en los últimos años. Antes, los varones eran consumidores de depilaciones y servicios similares, mientras que en la actualidad se han convertido en demandantes habituales de tratamientos faciales y programas corporales por temporadas".

Y si bien es cierto que el hecho de que los complejos ataquen cada vez a un número mayor de la población podría no ser favorable para la sociedad, la realidad es que el paso del tiempo está consiguiendo la ruptura de una serie de tabúes, estereotipos y cánones de belleza tanto en mujeres como en hombres que, especialmente al segundo grupo, le está ofreciendo la libertad absoluta para mejorar aquello que no les gusta. Y eso, al final, siempre es una buena noticia.