Estamos acostumbradas a manejarnos en un exceso de sobreinformación (sobre todo en estos meses) en lo que a dietas se refiere: las de proteínas, hipocalóricas, la clásica mediterránea, la de la zona, la de la alcachofa o la de la piña, las détox, la crudífera... Una saturación de información que hace que la mayoría de las veces nos perdamos por el camino y, lo que es peor, que pongamos en riesgo nuestra salud por querer perder unos kilos que pensamos que están de más. Aún así, mantener ese equilibrio que nos permita comer de todo pero no coger peso durante las vacaciones es una de nuestras principales preocupaciones durante el verano, por lo que cuando nos enteramos de que existía un plan nutricional denominado la No-Dieta tuvimos que ponernos a investigar sobre ello.

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“Se trata de una guía de trucos o pautas básicas para regular el organismo y propiciar digestiones más ligeras a través de un cambio de hábitos paulatino (un cambio de hábitos muy instalados no se puede hacer de golpe), introduciendo pequeños cambios en el día a día”, explica Gema Cabañero, nutricionista y experta en anti-aging. “Es un plan de vida, no una dieta para seguir de forma puntual: una fórmula que combina nociones de la Teoría Neuroendocrina, con algunas claves de la Alimentación Naturista, de la Paleolítica, la dieta Disociada y de la medicina china con su milenaria sabiduría en cuanto a los alimentos y el equilibrio orgánico, teniendo en cuenta también la vertiente psicológica o emocional, que influye sobremanera en cómo nos alimentamos”. Un plan desarrollado después de más de 20 años de experiencia práctica y partiendo del estudio de las principales teorías sobre alimentación avaladas como más saludables a nivel mundial.

El objetivo de este plan de nutrición, según nos explica la propia Gema, “va mucho más allá de alcanzar y/o mantener un peso saludable, aquel adecuado a nuestra fisionomía; la meta principal de este plan es equilibrar el organismo, pues un cuerpo desequilibrado afecta en negativo incluso al estado anímico y mental, ya que el intestino, conocido como ‘segundo cerebro’ por albergar el 90% de la serotonina del cuerpo, cuando la alimentación es desequilibrada tiende a albergar muchas más bacterias que afectan a dicha serotonina, llegando a producirse desde confusión mental, tendencia a la negatividad, resistencia al cambio, dificultad en la toma de decisiones e, incluso, posibles conductas autodestructivas”.

Pero, además de mantenerse en un peso adecuado y equilibrar el organismo a través de las digestiones con la consecuente mejora psíquica, “ayuda a mejorar notablemente desde la calidad del sueño, el estado de ánimo (irritabilidad, tono depresivo…), el cansancio o la fatiga crónica, la dermatitis/eccemas, el enrojecimiento dérmico, la inflamación de los párpados hasta la debilidad de uñas y cabello, y por supuesto, la hinchazón del abdomen, entre otras muchas cuestiones”. En los centros Gema Cabañero denominan a este proceso el Nutri-Plan Equilibrante GC y algunos de sus puntos deberían estar más que presentes en tus vacaciones.

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- Prohibido prohibir: Es esencial ingerir alimentos de todos los grupos en su justa medida, pues la ausencia de nutrientes esenciales como ciertas vitaminas y minerales tienen graves consecuencias sobre el metabolismo. Gema Cabañero nos recomienda seguir la nueva pirámide alimentaria elaborada por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC).

- Eliminar de nuestra dieta los productos de producción industrial, el azúcar blanco, las grasas saturadas, la sal, el trigo y los lácteos de vaca “pues todos ellos son alimentos que contribuyen de una u otra forma a desregular el equilibrio ácido-alcalino del organismo y dificultan los procesos digestivos”.

- Controlar el equilibrio ácido-alcalino del organismo de vez en cuando. Se puede hacer midiendo el pH de vez en cuando, con un simple test de orina con las tiras de acetona que se venden en la farmacia. Si es menor de 7.35 ocurre la acidosis y es recomendable hacer una dieta más alcalina. Más allá de la comida, los factores de estilo de vida más acidificantes son: el estrés, las comilonas, el alcohol, los ayunos o saltarse comidas, los viajes y los medicamentos.

- Practicar la alimentación consciente. Esto significa ser más conscientes de lo que comemos y cómo lo comemos, aprendiendo a leer e interpretar correctamente las etiquetas de los productos envasados y realizando una gestión saludable de las emociones y el estrés.

- Optar por las formas de cocción más sanas: Al vapor es la opción más sana con diferencia por mantener intactos más nutrientes. En segundo lugar, se sitúan las opciones al horno o a la plancha. Y las que conviene evitar al máximo son los fritos y la cocción a muy altas temperaturas.