10 secretos de belleza de mi abuela que todavía hoy funcionan
No es casualidad que volvamos a tricotar y a hacer nuestras propias magdalenas. Esta regresión estilística, tan publicitada en redes como Instagram, demuestra que no viene mal mirar hacia atrás para seguir evolucionando. En belleza también está ocurriendo y los tocadores se llenan de objetos que bien podrían llevar ahí desde 1900. ¿Lo mejor? Que siguen funcionando.
La llegada de mi abuela la anunciaba una mezcla de Ô de Lancôme y laca Elnett. Durante años esas dos fragancias me trasladaban a su tocador como si fuera la magdalena de Proust. Gracias a ella dejé de morderme las uñas. A ella le robé mi primera barra de labios. De ella aprendí la importancia de llevar el pelo siempre a punto. Aunque debería haberle hecho más caso, creo que muchas de mis buenas costumbres se las debo a los buenos consejos que siempre me dio. Mi abuela me grabó a fuego que nunca se puede salir de casa sin pendientes y/o los labios sin pintar. Cepillar el pelo cada noche para aportarle brillo, aclararlo con vinagre de manzana, exfoliar el rostro con un paño de muselina, usar cold cream de toda la vida, recurrir al barro, a la sal y al aceite de oliva para tener una piel suave en las piernas... Si te das cuenta, sus costumbres siguen vigentes. De hecho, muchas marcas se afanan en sacar la última versión de esos productos de eficacia imperecedera. Hemos seleccionado unos cuantos para ti. ¿Cuántos de ellos ya usaba tu abuela?
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